jueves, 7 de noviembre de 2013

COSMOVISION ANDINA

En general la cosmovisión es el concepto o interpretación que una cultura tiene acerca del mundo que le rodea. En el caso andino, esta tiene rasgos particulares en materia de tiempo y espacio.

Pallccapampa - Santa Barbara - Huancavelica - lugar donde aprendi a entender a la naturaleza junto amis apus



Desde la antigüedad todas las culturas del mundo han tenido una concepción, es decir una visión e interpretación del mundo, donde lo explicaban a su manera.

Los Incas tenían una manera propia de ver al mundo, una forma propia de dar respuestas a las interrogantes que el hombre se planteaba. Esta concepción incaica, fue producto de un largo proceso de evolución del pensamiento que el hombre andino realizó desde los comienzos mismos de su período de formación. Fue una concepción propia y diferente a la de los europeos, con la cual enfocó y entendió su mundo y marcó su proceder, su conducta en las relaciones sociales establecieron los hombres andinos.



Gracias a los relatos de los mitos andinos que fueron incorporados a las crónicas ha sido posible obtener una imagen de la cosmovisión incaica. En ellas tanto al espacio como el tiempo eran sagrados y tenían indudablemente una explicación mítica.


La Cosmovisión Andina Incaconsideraba que la naturaleza, el hombre y la Pachamama (Madre Tierra), son un todo que viven relacionados estrechamente y perpetuamente. El hombre tiene un alma, una fuerza de vida, y también lo tienen todas las plantas, animales y montañas, etc., y siendo que el hombre es la naturaleza misma, no domina, ni pretende dominarla, más bien armoniza y se adapta para coexistir en la naturaleza, como parte de ella. En los Andes, el tiempo y el espacio se consideraron sagrados. Los accidentes geográficos, como los nevados, volcanes, montañas, cerros, ríos y lagos, etc. Fueron motivos de adoración para el poblador andino. Eran objetos de culto y de celebración de fiestas y rituales. Los lugares elevados eran donde se realizaban comúnmente festividades y cultos religiosos para agradecer y pedir intervención divina para vivir en comunicación y armonía en el mundo.




En el imperio Inca se creía que vivían en un mundo compuesto por tres partes, las cuales se encontraban en comunicación por medio de las pacarinas (lo veremos más adelante).




UKU PACHA (mundo de abajo o mundo de los muertos): En La mitología andina Uku Pacha era el nombre de abajo o mundo de los muertos, de los niños no nacidos y todo lo que estaba debajo de la superficie de la tierra o el mar.

KAY PACHA (mundo del presente y de aquí): En la cosmovision andina Kay Pacha es el nombre del mundo terrenal, donde los seres humanos viven.

HANAN PACHA (mundo de arriba, celestial o supraterrenal): Fue el bajo mundo celestial y solo las personas justas podía entrar en ella, cruzando un puente hecho de pelo. En la tradicion andina se definió al Hanan Pacha como el mundo superior donde habitaban los dioses como Viracocha, Inti, Mama Quilla, Pachacamac, Mama Cocha, etc.

Ahora, la expresión “Pacha” significa tierra, de ello surge la expresión Pachamama que es claramente conocida como la divinidad de la tierra, productora de alimentos.

Frente a la Pachamama, diosa del mundo de abajo o Urin Pacha. había una divinidad equivalente en el mundo de arriba o Hanan Pacha, que vendría a ser Huiracocha o Wiraqocha. Este dios habría tenido gran influencia en el área sur del Perú, entre el Cuzco y el Lago Titicaca, donde es presentado como la divinidad más importante.





Ahora sí las pacarinas: En los andes cada Etnia o Ayllu afirmaba provenir de un ancestro común de origen divino el cual había surgido de la tierra, por mandato divino. Los antepasados más remotos habrían salido de un sitio especial al cual todos reconocían como pacarina, esta podía ser un río, cueva, montaña, volcán, lago, laguna, manantial, etc. Se decía que antes de ser humanos, los seres habían formado parte del Uku Pacha (mundo de Abajo o subterráneo) y que poblaron la tierra a traves de las pacarinas de donde surgían al mundo terrestre. Estas también servían para comunicar a los tres mundos. Eran especies de portales.



 CUEVA


LAGUNA


El lago Titicaca fue una de las pacarinas más adoradas en el Imperio Incaico ya que se creía que era donde había surgido el primer Inca "Manco Cápac".


Otro objeto importante para los incas en su territorio se denominaba Huaca, es todo aquello que se consideraba sagrado, eran objetos que representaban algo venerado, pero por lo general eran monumentos o la residencia de las momias de difuntos Incas, pero también podían ser lugares naturales, como la cima de una montaña (Machu Picchu) o la naciente de un río. Las huacas se han asociado con la veneración y el ritual religioso y podían asegurar la producción agrícola, la fertilidad y librar al pueblo de la furia de los dioses.





Según los mitos cuzqueños Huiracocha, luego de haber realizado una primera ordenación del mundo, mandando al cielo, al sol y a la luna, procedió a dividir el mundo en cuatro partes: Chinchaysuyo (al oeste), Collasuyo (al este), Antisuyo (al norte) y Contisuyo (al sur); posteriormente ordenó salir a los hombres de las cuevas, de las fuentes, de los precipicios, es decir del subsuelo en las regiones de Chinchaysuyo y Collasuyo, mientras sus ayudantse hacían lo propio en Antisuyo y Contisuyo.
El Inca era un punto de comunicación entre los planos del mundo, pues era hijo del sol y salió de la tierra.

Ahora un poco de la simbología inca en su interpretación del mundo...


LA “CHAKANA” O CHACANA:



CHACANA TRADICIONAL








CHACANA
(Cosmológicamente)










  • El concepto de CHACANA es fundamental en el mundo andino. Su significado compromete la astronomía, la cosmovisión, la filosofía, la arqueología.
  • La CHACANA tiene correspondencia sideral en la Cruz del Sur. Esta constelación del Polo Sur, formada por las estrellas Alfa, Beta, Gamma y Delta era a su vez referencia para el estudio de la Astronomía.
  • Esta es la explicación de la Cosmovisión Pre Inca y heredada a los Incas, esta CHACANA o "Cruz" significa, puente, transparencia, paso, etc.
  • Está formada por dos líneas: La línea central representa al Hombre es decir a todo lo masculino en la concepción andina, corresponde también a la "Creación", al "Espíritu", a la "Herencia", a la "Sucesión".
  • La línea horizontal corresponde a lo "Creado", la "Materia", la "Mama pacha", la "Permanencia". Cuando las dos líneas que marcan los niveles del hombre y la mujer como individuos, se superponen la horizontal sobre la vertical, no al medio exacto sino a la altura del corazón, se forma la CHACANA.

La figura de la CHACANA nos muestra las primeras subdivisiones que se producen en la relación hombre-mujer o masculino-femenino. La primera subdivisión es la parte superior y la parte inferior, el cielo y la tierra, lo de arriba y lo de abajo, el macho y la hembra, el Hanan y el Urin. Luego tenemos otra subdivisión la derecha y la izquierda, el día y la noche, el Sol y la Luna, el hombre y la mujer.

La CHACANA es el elemento ordenador de la sociedad andina. Es el reglamento que hace utilitaria la convivencia de pareja, de familia, de ayllu, de comunidad, de Imperio.

EDUCACIÓN INTERCULTURAL

¿ A qué nos referimos cuando hablamos de educación intercultural?

Pensar sobre educación intercultural es reflexionar sobre la educación, sobre la cultura, sobre la diversidad, sobre la integración.

Al hablar de tendencias actuales en la educación intercultural es necesario detenerse y responder a la pregunta, ¿qué es educación intercultural? Porque no todos entendemos lo mismo.

Educación intercultural no es un simple ideal pedagógico humanista. No consiste en una “buena idea pedagógica”. No se dirige “a los alumnos culturalmente minoritarios”. No es un cultivo romántico de las diferencias culturales.

La educación intercultural es la educación centrada en la diferencia y pluralidad cultural más que una educación para los que son culturalmente diferentes. Los varones y las mujeres de otras culturas son seres humanos, personas con las que construiremos una sociedad distinta y nueva. En la aldea global en que vivimos hoy necesitamos aprender a convivir de la manera más creativa y enriquecedora entre personas y grupos diferentes.

La educación intercultural  debe ser critico se opone a integración entendida como asimilación; no es una educación compensatoria para igualar. La educación intercultural se opone, por supuesto, a la educación antiracista.

MERECE LA PENA

Una educación intercultural apunta a establecer y ensanchar puentes entre personas y grupos que se consideran diferentes, no sólo desde una actitud de valoración de las diferencias, sino también desde la constatación de lo que tenemos en común, en especial en los aspectos menos reconocidos socialmente. De situación de hecho, la interculturalidad se convierte entonces en principio orientador, en esfuerzo positivo por trabajar la relación, lo que supone también trabajar por crear las condiciones sociales para que este proceso se dé en un contexto que permita un verdadero respeto mutuo. La apuesta no es nada sencilla, pues supone ubicar el reto pedagógico de la educación intercultural dentro de una perspectiva que abarca desde los aspectos políticos y sociales hasta el desarrollo de una actitud mental que toma en serio las formas culturales marginadas. Esto significa desarrollar la disposición para aprender de expresiones culturales distintas, en contra de la tendencia a reducirlas a una mercancía que se ofrece como espectáculo u objeto artesanal.

En breve, la base del trabajo en educación cultural es una actitud de respeto orientada a escuchar al otro y aprender de él, con la disposición de encontrar dentro de uno mismo elementos de empatía y puntos de convergencia, de cotejar nuestras maneras de ver con las de otros, en la perspectiva de construir juntos formas de interpretación y propuestas de acción más ricas y complejas.

¿QUIENES ERAN LOS MITIMAES?

¿QUIENES ERAN LOS MITIMAES?


Fueron los Incas, los que llevaron el sistema de “mitimaes” a su máxima expresión, pues a pesar que  cronistas españoles como Sarmiento de Gamboa,  quien sostenía que Pachacutec creó dicho sistema o Cieza de León quien afirmaba que el sistema lo creó Inca Yupanqui, el origen de los mitimaes fue preinca. La sociedad altiplánica denominada Pukara, antecesora de los Tiahuanaco en la cuenca norte del Titicaca, parece haber sido la primera en poseer “colonias” en diversos pisos altitudinales o medioambientes para tener acceso a recursos como: maíz, coca, frutas, ají, pescado de mar, minerales, etc.; que no podían obtener en su núcleo geográfico, vale decir en la puna o fría región altiplánica. Estas colonias estaban bajo el control de “los mitimaes”, grupos humanos más o menos numerosos, integrados por familias y jefes étnicos subalternos, los que con sus ganados, armas, herramientas y semillas habían sido transplantados a estas colonias. A pesar de que las colonias se encontraban “más o menos” distantes de su núcleo de origen, “los mitimaes" o “mitmaqs” palabra quechua que en el Vocabulario Quechua de Gonzales Holguín (Lima, 1608) se traduce como “hombre advenedizo” o “avecindado en un lugar que no es el suyo”, mantenían sus vínculos de reciprocidad y de parentesco con su etnia, pudiendo reclamar sus derechos con respecto a la etnia al momento de retornar a la misma, pues el sistema de mitimaes era temporal. Por ello los mitimaes no podían cambiar sus costumbres ancestrales, sus vestidos, ni los tocados de sus pueblos nativos para que sus autoridades los pudieran reconocer y diferenciar rápidamente de los lugareños.
Con la sola excepción de los mitimaes neutralizados, los mitmaqs seguían conservando con su etnia original sus vínculos de parentesco y reciprocidad.


Cuando el Estado Incaico alcanzó su gran expansión territorial, el sistema de mitimaes, adoptado por los Incas de las sociedades altiplánicas o de Wari como sotiene Rostworowski, tuvo que adecuarse a las nuevas necesidades políticas y económicas del Imperio. Los desplazamientos poblacionales se hicieron tan “masivos” y “largos”(miles de kilómetros),  afirmándose que ninguna política Imperial afectó tanto la demografía y los conjuntos étnicos andinos como el sistema de mitmaqs dado que unos 2’500,000 de pobladores aproximadamente, es decir la cuarta parte de la población del Tahuantinsuyo había sido transplantada o reasentada en otras regiones. El parentesco y la reciprocidad tan vitales  entre los mitimaes y su etnia y en los orígenes del sistema mismo, sino prescribieron en principio, se debilitaron considerablemente por el tiempo y la distancia. El Estado Imperial vió a los mitimaes como una fuerza de trabajo a gran escala para realizar obras estatales de gran envergadura, es decir el sistema se había modernizado tanto que los mitimaes ya no eran sólo esos grupos familiares destinados a producir o extraer recursos en diversos nichos ecológicos sino que también podían intervenir en la construcción de puentes, caminos, enseñar el idioma, costumbres, quebrar resistencias en regiones enemigas, cuidar las fronteras, etc. Liliana Regalado dice que los mitimaes eran poblaciones transplantadas por largo tiempo fuera de sus áreas originarias en función de producir bienes y servicios destinados a la redistribución por parte del Estado Imperial. Cieza menciona que a los jefes étnicos de estirpe Inca,  que por lo general comandaban a los diversos grupos de mitimaes asentados en determinada región, se les otorgaba chacras y casas, recibían honores, dadivas, objetos de lujo y mujeres no tanto como aprecio y recompensa por su alejamiento de su núcleo geográfico como lo sostiene él, sino como parte de “la reciprocidad y redistribución señorial” verdaderos ejes de la economía y control político Imperial, que buscaba la obediencia y sometimiento de los jefes étnicos.
En el gobierno de los últimos Inkas, el sistema de mitimaes se había vuelto tan complejo que comprendía una serie de categorías muy diferentes entre si, siendo los principales:

*Mitimaes con fines quechuizadores: Eran los mitmaqs que difundían la cultura inca en todos sus aspectos como enseñar la lengua franca o runasimi, los usos, las costumbres, las técnicas agrícolas, etc. Del Busto dice que a la vez que procuraban la quechuización intensiva de la zona también actuaban de espías.
*Mitimaes con fines socio-económicos: Fueron los mitmaqs enviados a los lugares escasamente poblados, encargados de intensificar la producción agrícola como el caso de Cajamarca donde existía una Guaranca (1000 familias) de mitmaqs compuesta por gente Quechua, Cañari, Gumbo y Colla o para producir en tierras baldías como ocurrió en el valle de la Convención, cerca del Cusco a donde fue enviada gente de la cultura Chachapoyas. También existían mitmaqs dedicados a la extracción de minerales como aquellos que trabajaban en las ricas zonas auríferas (oro) de Carabaya, Larecaja y Chuquiyapu y las argentíferas (plata) de Porco.
*Mitimaes con fines militares: Fueron los mitmaqs enviados a las zonas fronterizas.Tenemos el caso de orejones cusqueños enviados a la zona de los Chupaychos de Huánuco, para defendery mantener en raya a los selváticos Panataguas o aquellos mitmaqs enviados también durante el gobierno de Túpac Inca Yupanqui a Cochabamba(Bolivia) para resguardar la frontera de las incursiones de los Chiriguanos.
*Mitimaes con fines políticos: Este tipo de mitmaqs constituían fundamentalmente un mensaje político a los señores étnicos buscando su reflexión en sus deseos de oponerse a su asimilación por parte del Imperio, pues en caso de ser derrotados militarmente: Se les quitaba sus tierras y se les enviaba a zonas pacificas y leales ya incanizadas. Es el caso de los Guarco(Cañete) que tras perder militarmente con los Incas, sus tierras fueron entregadas a mitmaqs chinchanos (tierras en la margen izquierda del río Cañete), mientras que los Coayllo enemigos de los Guarco se instalaron como mitimaes en buena parte de los campos de la margen derecha del río. Otro caso muy parecido sucedió con los Chimu que tras ser derrotados por los Incas, gran parte de su población fue enviada a diversos lugares del Tahuantinsuyo, como pescadores, plateros y hasta técnicos hidráulicos, pero como castigo a consecuencia de la actitud díscola de sus señores étnicos. A estos mitimaes se les conocía como “mitimaes de castigo” o “mitimaes neutralizados” pues el desarraigo de su grupo étnico implicaba la pérdida de derechos (reciprocidad, parentesco).
*Mitimaes con fines religiosos: Rostworowski y Vergara mencionan la existencia de mitmaqs con fines religiosos, cuyo número en algunos casos era bastante elevado. Se les creó con el propósito de servir de Camayocs en diversos santuarios como el de Copacabana en el altiplano, posiblemente estaban obligados también a cultivar las tierras pertenecientes a las huacas a quienes el Inka quería agradecer por algún servicio prestado, pues se sabe que el Inka solía recurrir bastante a los oráculos. No esta demás recordar que el mando de los mitimaes, en sus diversas categorías, siempre recaía en mitimaes pertenecientes a la élite cusqueña.

REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA APU INCA HUAYNA CÁPAC (1742-1752)

REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA APU INCA HUAYNA CÁPAC (1742-1752)


Orígenes
Nadie a ciencia cierta sabe si Juan Santos Atahualpa era indio o mestizo, lo que si está demostrado es que era quechuahablante, pues cuando el virrey Superunda envió a dos jesuitas para entrevistarlo con el engaño de que habían sido enviados por el Papa, estos informaron que el líder hablaba “quichua”. Se dice que hablaba también el castellano, el latín y varios dialectos selváticos. Su vida es un misterio, parece ser que nació en 1712, no se sabe si en el Cusco, Huamanga o Cajamarca, aunque Amich dice que era cusqueño y sirviente de algún jesuita. Él estudió o trabajó en el colegio San Francisco de Borja del Cusco, colegio administrado por los jesuitas para curacas y sus descendientes de Cusco, Huamanga y Arequipa. Precisamente esta cercana relación con los jesuitas le permitió viajar a España, África (Angola), Inglaterra, Francia e Italia. Incluso sus más osados investigadores como Francisco Loayza dicen que la rebelión estaba relacionada con el apoyo de los ingleses, pues en el año en que esta se inició, fueron vistas en las costas del virreinato peruano cinco naves del vicealmirante inglés Jorge Anson.
"Un día llegó al Gran Pajonal , un quechua del Cusco que decía ser el Inca Atahualpa.Venía vestido de rojo y acompañado de un apostol llamado Bisabequi" (historiador: Pablo Macera)

Prédica y accionar
Es muy probable que la predica del rebelde se haya iniciado entre 1729 y 1730, declarando su voluntad de restaurar el reino de los Incas. “El año de 1729 y 1730 vino Juan Santos Atahuallpa corriendo toda la sierra, desde el Cuzco hasta Cajamarca, reuniendo a todos los caciques, que venía a restaurar su reino del poder de los españoles. Posteriormente llegó hasta la montaña y la ceja de la sierra con los indios infieles”.(Francisco Loayza A. “Juan Santos, el invencible”,1942).Por aquellos tiempos fue capturado y enviado a “la Piedra”, por el virrey Castelfuerte, pero poco después, se fugó y se internó en la selva, llegando a territorios de los campas o asháninkas guiado por Bisabequi un curaca piro, radicándose en Simaqui-Quisopango(Pangoa), un territorio fuera del control político-militar español y de los misioneros franciscanos. Gracias a su alianza con curacas o caciques como Mateo de Asia, la prédica anticolonial de Juan alcanzó la zona conocida como “el Gran Pajonal”, en la selva central, en los valles de Chanchamayo, Perene, Ene, Pangoa y el Alto Ucayali, hábitat geográfico de grupos selváticos o “chunchos” como: piros, conibos, amueshas, yaneshas, asháninkas y grupos no selváticos como misioneros, terratenientes blancos, sirvientes, trabajadores mestizos,  y negros esclavos, cuya presencia se debía a que la selva central era una zona de constante intercambio de productos y de personas, principalmente coca, madera, sal, algodón y otros productos valiosos. Además de estos grupos, hubo otro contingente de disidentes, provenientes principalmente de la sierra, aunque no exclusivamente indios, que encontraron en la selva central una zona de refugio ideal para esconderse de las autoridades. En esta zona llamada “el Gran Pajonal”, perteneciente a la jurisdicción de Tarma y que comprendía en términos modernos la selva de los actuales departamentos de Huánuco, Junín, Pasco y Ayacucho, los franciscanos dedicados a evangelizar a las etnias selváticas habían logrado establecer unas 32 misiones de trescientos habitantes cada una: en total unas nueve mil personas.                                       
Sobre el programa político del rebelde, quien decía ser descendiente de los últimos Incas, mucho se ha escrito,  algunas fuentes sostienen que Juan Santos proponía el retorno al Imperio de los Incas, pero sin dejar por completo algunos rasgos ya interiorizados por la población, como el cristianismo. Planteaba se dice, un mundo de selváticos libres y cristianos, pero sin blancos y negros. Esto último es difícil de sostener pues uno de los líderes rebeldes, llamado Antonio Gática era africano y estaba casado con una mujer asháninka. Además el sacerdote franciscano que al igual que los jesuitas logró también parlamentar con Juan, dice haber visto grupos de blancos acompañando a los rebeldes. Las nuevas investigaciones precisan el carácter marcadamente multiétnico de la rebelión, aunque con preponderancia de los grupos selváticos.
En el año de 1742, los rebeldes dan inicio a su rebelión destruyendo más de 25 misiones o reducciones establecidos por los misioneros franciscanos del Convento de Ocopa, pues para ellos las misiones no sólo significaban maltratos y reglas rígidas sino también el sometimiento a trabajos forzados en haciendas, obrajes, panaderías y la mita de la sal (ya que en esta región se había descubierto grandes depósitos de sal, el historiador Orrego Penagos sostiene que uno de los móviles de esta rebelión fue la disputa por el control de la sal entre los grupos selváticos y los franciscanos); explotación de la cual se querían liberar. Otro factor de descontento fueron las enfermedades llevadas inconscientemente por los misioneros y que diezmaban a los selváticos. Los franciscanos en su intento de borrar el evidente carácter antifranciscano de la rebelión argumentaban que los selváticos estaban contentos con ellos, y que el alzamiento “chuncho” había sido provocado por el rebelde, sus allegados y chunchos, quienes querían verlo coronado en Lima.
Es interesante observar que le grupo selvático que más apoyó a Juan Santos, fue el grupo amuesha, cuyo centro ceremonial se encontraba en al localidad de Metraro, y quienes ejercían de modo exclusivo el control sobre la sal que los demás grupos de la zona necesitaban.
Enterado el virrey Antonio de Mendoza Caamaño y Sotomayor,  ”Marqués de Villagarcía” (1736-1745) de la rebelión, ordenó operaciones para apresar al rebelde:
Primera campaña (1742): El gobernador Benito de Troncoso comandando un grupo de realistas se dirigió de Jauja hasta Quisopango (set. 1742-oct. 1742), mientras que Pedro Milla se dirigía desde Tarma hasta Nijandaris (set. 1742-nov.1742).Troncoso estableció su cuartel general en Sonomoro, mientras Juan Santos iniciaba una ofensiva sobre Eneno. El 17 de setiembre de 1742 las tropas de Milla son cercadas sorpresivamente y liquidados por los rebeldes a inmediaciones del río la Sal, mientras que Troncoso que contó con el apoyo del curaca de Sonomoro (Bartolomé Quintimari) derrotó el 9 de octubre de 1742 a las tropas del curaca Santabangori en Quisopango (cuartel general de los rebeldes). Ante la falta de información del ejército de Milla y temeroso de que Juan Santos retorne de Eneno a Quisopango, Troncoso se regresó a Sonomoro y luego retrocedió a Jauja.

Segunda campaña (1743-1744): A fines de 1743, el rebelde decidió atacar “Quimiri”, lugar donde los españoles habían levantado un fuerte dejando en el mando al capitán Fabricio Bartolí. Juan Santos le propuso a Bartolí la rendición, pero al negarse, atacó el fuerte matando a sus defensores (1° de enero de 1744). Las tropas de Troncoso (300 españoles) salieron de Tarma, pero no pudieron reforzar a los sitiados pues los rebeldes habían cortado todos los puentes que permitían el acceso al fuerte, retornando desde Chanchamayo a Tarma. El fracaso de la ofensiva realista obligó al rey español al reemplazo del virrey Marqués de Villagarcía por el  virrey Antonio Manso de Velasco(1745-1761), llamado después Conde de Superunda ( “Conde sobre las olas”) por el terremoto y tsunami que afectó Callao y Lima en 1746.

Tercera campaña (marzo de1746): En una campaña proselitista Juan Santos abandona Quimiri y se dirige a Monobamba, dejando a sus tropas en el camino para a través de emboscadas, golpes de mano y un mejor conocimiento del terreno, pudieran diezmar a los realistas. Las tropas realistas enviadas por el virrey Manso de Velasco (veterano de la guerra de indios en Chile), al mando de José de Llamas, cuyo objetivo era retomar Quimiri, se enfrentaron con los rebeldes en el combate de Cerro la Sal, mientras que las tropas de Benito Troncoso se enfrentaban a otro grupo rebelde en Nijandaris.

Cuarta campaña (verano de 1750): Debido al fracaso de las expediciones militares, el gobierno virreinal envió al franciscano fray Otanza para negociar con el rebelde y al cual hasta se le dio permiso para evangelizar, pero luego lo expulsaron por su proselitismo antirebelde. Entonces los españoles deciden organizar una nueva campaña militar al mando del general José de Llamas teniendo como base de operaciones Jauja y Tarma. En el verano de 1750 los españoles logran recuperar Quimiri, mientras que el capitán realista Espinal ocupa la región de Eneno. Ya por entonces Juan Santos se había replegado atacando a los españoles en su eje de avanzada. Agobiados por las enfermedades, la falta de abastecimientos y el hostigamiento de los naturales, los expedicionarios luego de sufrir muchas bajas se regresaron a Jauja.

Contraofensiva de Juan Santos Atahualpa (1751-1752): El rebelde ocupa Quisopango y ordena una ofensiva militar para capturar Sonomoro o Pangor (reducto realista), que luego de capturarla la convierte en su cuartel general. En 1752 (¿agosto?), el caudillo inicia una incursión sobre Andamarca, pero al enterarse de la cercanía de tropas virreinales salidas de Jauja se replegó hasta Sonomoro. Con esta acción ofensiva de Andamarca dicen los historiadores concluyó la contraofensiva del caudillo. En 1756 un destacamento realista al mando de Pablo Sáenz de Bustamante penetró en Quimiri, pero ya entonces  no se tenían noticias del rebelde, optando los españoles por una nueva estrategia defensiva consistente en convertir a Jauja y a Tarma en bastiones militares para evitar que el movimiento influyera en una zona articulada con la capital y comprometiese el abastecimiento de alimentos a Lima.
Una de las primeras medidas de los rebeldes liderados por Juan Santos Atahualpa fue expulsar a los franciscanos de la selva central.

¿Qué pasó con Juan Santos Atahualpa?
La misteriosa desaparición de Juan Santos después de 1752 provocó una serie de rumores populares acerca de una inminente liberación o de una invasión  suya al corazón del poder colonial. En Cajamarca en 1753 y en la sierra central en 1756 se difundieron informaciones de la llegada del rebelde y de comunicaciones secretas entre las comunidades y la rebelión. Sin embargo, nunca se volvió a ver a Juan Santos. Aunque algunos dicen que fue envenenado o que murió de vejez, lo concreto parece ser que después de la toma de Andamarca, el movimiento se diluyó muriendo el jefe rebelde en un enfrentamiento contra un curaca local en Metraro, alrededor de 1756.

Objetivo y balance del levantamiento
Aunque la historia tradicional presenta la rebelión de Juan Santos como una rebelión milenarista(en su propuesta de cambio del cosmos) y mesiánica(el líder como salvador mítico y reorganizador del mundo), los últimos trabajos sobre el tema señalan un movimiento político insurreccional que optó por una lucha armada orientada fundamentalmente a la defensa de la selva como espacio económico y político que a la extensión del movimiento a otros espacios geográficos como las partes altas de la sierra. Santa María dice que el objetivo histórico de la rebelión fue liberar a las masas selváticas del yugo de las reducciones obligados por los franciscanos (entrega de fuerza de trabajo), de los repartos de mercadería inservible por parte de los corregidores y de la cobranza de tributos. El mismo autor aceptando el carácter multiétnico de la rebelión sostiene que la adhesión de los grupos no selváticos(blancos, mestizos y en menor medida negros), fue porque estos estaban convencidos que la autonomía política regional de dicha área crearía bases más seguras para una integración económica con el sistema mercantilista colonial, pues los rebeldes de una u otra clase conocían bien el antiguo y extendido comercio con pueblos andinos o españoles de la sierra, como era el caso del comercio de las hojas de coca.
Entendemos que el movimiento no fracasó,  pues militarmente aplicó una estrategia adecuada para el terreno del monte: la guerra de guerrillas, y la toma efímera de algunas ciudades. Las tropas realistas, vistas hasta ese momento como invencibles, no pudieron derrotar a los rebeldes. Esto causó alarma en la administración virreinal como lo demuestra la militarización de Jauja y Tarma, estrategia militar defensiva realista que lo único que buscaba era evitar la expansión del movimiento. Lo cierto es que las repercusiones del movimiento fueron muchas más amplias que sus victorias militares. Políticamente la rebelión también fue exitosa, pues a pesar de que un grupo de historiadores sostiene que fracasó porque no se extendió y articuló a la sierra donde existían grupos sociales explotados por el régimen colonial, el objetivo de la rebelión no era ese, sino crear una zona geográfica, política y económica libre del control estatal español, objetivo que se logró, pues hasta muchas décadas después dicho territorio no pudo ser controlado por los gobiernos de turno, estableciéndose a lo mucho,  pequeños grupos de colonos foráneos.

REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA APU INCA HUAYNA CÁPAC (1742-1752)

REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA APU INCA HUAYNA CÁPAC (1742-1752)


Orígenes
Nadie a ciencia cierta sabe si Juan Santos Atahualpa era indio o mestizo, lo que si está demostrado es que era quechuahablante, pues cuando el virrey Superunda envió a dos jesuitas para entrevistarlo con el engaño de que habían sido enviados por el Papa, estos informaron que el líder hablaba “quichua”. Se dice que hablaba también el castellano, el latín y varios dialectos selváticos. Su vida es un misterio, parece ser que nació en 1712, no se sabe si en el Cusco, Huamanga o Cajamarca, aunque Amich dice que era cusqueño y sirviente de algún jesuita. Él estudió o trabajó en el colegio San Francisco de Borja del Cusco, colegio administrado por los jesuitas para curacas y sus descendientes de Cusco, Huamanga y Arequipa. Precisamente esta cercana relación con los jesuitas le permitió viajar a España, África (Angola), Inglaterra, Francia e Italia. Incluso sus más osados investigadores como Francisco Loayza dicen que la rebelión estaba relacionada con el apoyo de los ingleses, pues en el año en que esta se inició, fueron vistas en las costas del virreinato peruano cinco naves del vicealmirante inglés Jorge Anson.
"Un día llegó al Gran Pajonal , un quechua del Cusco que decía ser el Inca Atahualpa.Venía vestido de rojo y acompañado de un apostol llamado Bisabequi" (historiador: Pablo Macera)

Prédica y accionar
Es muy probable que la predica del rebelde se haya iniciado entre 1729 y 1730, declarando su voluntad de restaurar el reino de los Incas. “El año de 1729 y 1730 vino Juan Santos Atahuallpa corriendo toda la sierra, desde el Cuzco hasta Cajamarca, reuniendo a todos los caciques, que venía a restaurar su reino del poder de los españoles. Posteriormente llegó hasta la montaña y la ceja de la sierra con los indios infieles”.(Francisco Loayza A. “Juan Santos, el invencible”,1942).Por aquellos tiempos fue capturado y enviado a “la Piedra”, por el virrey Castelfuerte, pero poco después, se fugó y se internó en la selva, llegando a territorios de los campas o asháninkas guiado por Bisabequi un curaca piro, radicándose en Simaqui-Quisopango(Pangoa), un territorio fuera del control político-militar español y de los misioneros franciscanos. Gracias a su alianza con curacas o caciques como Mateo de Asia, la prédica anticolonial de Juan alcanzó la zona conocida como “el Gran Pajonal”, en la selva central, en los valles de Chanchamayo, Perene, Ene, Pangoa y el Alto Ucayali, hábitat geográfico de grupos selváticos o “chunchos” como: piros, conibos, amueshas, yaneshas, asháninkas y grupos no selváticos como misioneros, terratenientes blancos, sirvientes, trabajadores mestizos,  y negros esclavos, cuya presencia se debía a que la selva central era una zona de constante intercambio de productos y de personas, principalmente coca, madera, sal, algodón y otros productos valiosos. Además de estos grupos, hubo otro contingente de disidentes, provenientes principalmente de la sierra, aunque no exclusivamente indios, que encontraron en la selva central una zona de refugio ideal para esconderse de las autoridades. En esta zona llamada “el Gran Pajonal”, perteneciente a la jurisdicción de Tarma y que comprendía en términos modernos la selva de los actuales departamentos de Huánuco, Junín, Pasco y Ayacucho, los franciscanos dedicados a evangelizar a las etnias selváticas habían logrado establecer unas 32 misiones de trescientos habitantes cada una: en total unas nueve mil personas.                                       
Sobre el programa político del rebelde, quien decía ser descendiente de los últimos Incas, mucho se ha escrito,  algunas fuentes sostienen que Juan Santos proponía el retorno al Imperio de los Incas, pero sin dejar por completo algunos rasgos ya interiorizados por la población, como el cristianismo. Planteaba se dice, un mundo de selváticos libres y cristianos, pero sin blancos y negros. Esto último es difícil de sostener pues uno de los líderes rebeldes, llamado Antonio Gática era africano y estaba casado con una mujer asháninka. Además el sacerdote franciscano que al igual que los jesuitas logró también parlamentar con Juan, dice haber visto grupos de blancos acompañando a los rebeldes. Las nuevas investigaciones precisan el carácter marcadamente multiétnico de la rebelión, aunque con preponderancia de los grupos selváticos.
En el año de 1742, los rebeldes dan inicio a su rebelión destruyendo más de 25 misiones o reducciones establecidos por los misioneros franciscanos del Convento de Ocopa, pues para ellos las misiones no sólo significaban maltratos y reglas rígidas sino también el sometimiento a trabajos forzados en haciendas, obrajes, panaderías y la mita de la sal (ya que en esta región se había descubierto grandes depósitos de sal, el historiador Orrego Penagos sostiene que uno de los móviles de esta rebelión fue la disputa por el control de la sal entre los grupos selváticos y los franciscanos); explotación de la cual se querían liberar. Otro factor de descontento fueron las enfermedades llevadas inconscientemente por los misioneros y que diezmaban a los selváticos. Los franciscanos en su intento de borrar el evidente carácter antifranciscano de la rebelión argumentaban que los selváticos estaban contentos con ellos, y que el alzamiento “chuncho” había sido provocado por el rebelde, sus allegados y chunchos, quienes querían verlo coronado en Lima.
Es interesante observar que le grupo selvático que más apoyó a Juan Santos, fue el grupo amuesha, cuyo centro ceremonial se encontraba en al localidad de Metraro, y quienes ejercían de modo exclusivo el control sobre la sal que los demás grupos de la zona necesitaban.
Enterado el virrey Antonio de Mendoza Caamaño y Sotomayor,  ”Marqués de Villagarcía” (1736-1745) de la rebelión, ordenó operaciones para apresar al rebelde:
Primera campaña (1742): El gobernador Benito de Troncoso comandando un grupo de realistas se dirigió de Jauja hasta Quisopango (set. 1742-oct. 1742), mientras que Pedro Milla se dirigía desde Tarma hasta Nijandaris (set. 1742-nov.1742).Troncoso estableció su cuartel general en Sonomoro, mientras Juan Santos iniciaba una ofensiva sobre Eneno. El 17 de setiembre de 1742 las tropas de Milla son cercadas sorpresivamente y liquidados por los rebeldes a inmediaciones del río la Sal, mientras que Troncoso que contó con el apoyo del curaca de Sonomoro (Bartolomé Quintimari) derrotó el 9 de octubre de 1742 a las tropas del curaca Santabangori en Quisopango (cuartel general de los rebeldes). Ante la falta de información del ejército de Milla y temeroso de que Juan Santos retorne de Eneno a Quisopango, Troncoso se regresó a Sonomoro y luego retrocedió a Jauja.

Segunda campaña (1743-1744): A fines de 1743, el rebelde decidió atacar “Quimiri”, lugar donde los españoles habían levantado un fuerte dejando en el mando al capitán Fabricio Bartolí. Juan Santos le propuso a Bartolí la rendición, pero al negarse, atacó el fuerte matando a sus defensores (1° de enero de 1744). Las tropas de Troncoso (300 españoles) salieron de Tarma, pero no pudieron reforzar a los sitiados pues los rebeldes habían cortado todos los puentes que permitían el acceso al fuerte, retornando desde Chanchamayo a Tarma. El fracaso de la ofensiva realista obligó al rey español al reemplazo del virrey Marqués de Villagarcía por el  virrey Antonio Manso de Velasco(1745-1761), llamado después Conde de Superunda ( “Conde sobre las olas”) por el terremoto y tsunami que afectó Callao y Lima en 1746.

Tercera campaña (marzo de1746): En una campaña proselitista Juan Santos abandona Quimiri y se dirige a Monobamba, dejando a sus tropas en el camino para a través de emboscadas, golpes de mano y un mejor conocimiento del terreno, pudieran diezmar a los realistas. Las tropas realistas enviadas por el virrey Manso de Velasco (veterano de la guerra de indios en Chile), al mando de José de Llamas, cuyo objetivo era retomar Quimiri, se enfrentaron con los rebeldes en el combate de Cerro la Sal, mientras que las tropas de Benito Troncoso se enfrentaban a otro grupo rebelde en Nijandaris.

Cuarta campaña (verano de 1750): Debido al fracaso de las expediciones militares, el gobierno virreinal envió al franciscano fray Otanza para negociar con el rebelde y al cual hasta se le dio permiso para evangelizar, pero luego lo expulsaron por su proselitismo antirebelde. Entonces los españoles deciden organizar una nueva campaña militar al mando del general José de Llamas teniendo como base de operaciones Jauja y Tarma. En el verano de 1750 los españoles logran recuperar Quimiri, mientras que el capitán realista Espinal ocupa la región de Eneno. Ya por entonces Juan Santos se había replegado atacando a los españoles en su eje de avanzada. Agobiados por las enfermedades, la falta de abastecimientos y el hostigamiento de los naturales, los expedicionarios luego de sufrir muchas bajas se regresaron a Jauja.

Contraofensiva de Juan Santos Atahualpa (1751-1752): El rebelde ocupa Quisopango y ordena una ofensiva militar para capturar Sonomoro o Pangor (reducto realista), que luego de capturarla la convierte en su cuartel general. En 1752 (¿agosto?), el caudillo inicia una incursión sobre Andamarca, pero al enterarse de la cercanía de tropas virreinales salidas de Jauja se replegó hasta Sonomoro. Con esta acción ofensiva de Andamarca dicen los historiadores concluyó la contraofensiva del caudillo. En 1756 un destacamento realista al mando de Pablo Sáenz de Bustamante penetró en Quimiri, pero ya entonces  no se tenían noticias del rebelde, optando los españoles por una nueva estrategia defensiva consistente en convertir a Jauja y a Tarma en bastiones militares para evitar que el movimiento influyera en una zona articulada con la capital y comprometiese el abastecimiento de alimentos a Lima.
Una de las primeras medidas de los rebeldes liderados por Juan Santos Atahualpa fue expulsar a los franciscanos de la selva central.

¿Qué pasó con Juan Santos Atahualpa?
La misteriosa desaparición de Juan Santos después de 1752 provocó una serie de rumores populares acerca de una inminente liberación o de una invasión  suya al corazón del poder colonial. En Cajamarca en 1753 y en la sierra central en 1756 se difundieron informaciones de la llegada del rebelde y de comunicaciones secretas entre las comunidades y la rebelión. Sin embargo, nunca se volvió a ver a Juan Santos. Aunque algunos dicen que fue envenenado o que murió de vejez, lo concreto parece ser que después de la toma de Andamarca, el movimiento se diluyó muriendo el jefe rebelde en un enfrentamiento contra un curaca local en Metraro, alrededor de 1756.

Objetivo y balance del levantamiento
Aunque la historia tradicional presenta la rebelión de Juan Santos como una rebelión milenarista(en su propuesta de cambio del cosmos) y mesiánica(el líder como salvador mítico y reorganizador del mundo), los últimos trabajos sobre el tema señalan un movimiento político insurreccional que optó por una lucha armada orientada fundamentalmente a la defensa de la selva como espacio económico y político que a la extensión del movimiento a otros espacios geográficos como las partes altas de la sierra. Santa María dice que el objetivo histórico de la rebelión fue liberar a las masas selváticas del yugo de las reducciones obligados por los franciscanos (entrega de fuerza de trabajo), de los repartos de mercadería inservible por parte de los corregidores y de la cobranza de tributos. El mismo autor aceptando el carácter multiétnico de la rebelión sostiene que la adhesión de los grupos no selváticos(blancos, mestizos y en menor medida negros), fue porque estos estaban convencidos que la autonomía política regional de dicha área crearía bases más seguras para una integración económica con el sistema mercantilista colonial, pues los rebeldes de una u otra clase conocían bien el antiguo y extendido comercio con pueblos andinos o españoles de la sierra, como era el caso del comercio de las hojas de coca.
Entendemos que el movimiento no fracasó,  pues militarmente aplicó una estrategia adecuada para el terreno del monte: la guerra de guerrillas, y la toma efímera de algunas ciudades. Las tropas realistas, vistas hasta ese momento como invencibles, no pudieron derrotar a los rebeldes. Esto causó alarma en la administración virreinal como lo demuestra la militarización de Jauja y Tarma, estrategia militar defensiva realista que lo único que buscaba era evitar la expansión del movimiento. Lo cierto es que las repercusiones del movimiento fueron muchas más amplias que sus victorias militares. Políticamente la rebelión también fue exitosa, pues a pesar de que un grupo de historiadores sostiene que fracasó porque no se extendió y articuló a la sierra donde existían grupos sociales explotados por el régimen colonial, el objetivo de la rebelión no era ese, sino crear una zona geográfica, política y económica libre del control estatal español, objetivo que se logró, pues hasta muchas décadas después dicho territorio no pudo ser controlado por los gobiernos de turno, estableciéndose a lo mucho,  pequeños grupos de colonos foráneos.

REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA APU INCA HUAYNA CÁPAC (1742-1752)

REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA APU INCA HUAYNA CÁPAC (1742-1752)


Orígenes
Nadie a ciencia cierta sabe si Juan Santos Atahualpa era indio o mestizo, lo que si está demostrado es que era quechuahablante, pues cuando el virrey Superunda envió a dos jesuitas para entrevistarlo con el engaño de que habían sido enviados por el Papa, estos informaron que el líder hablaba “quichua”. Se dice que hablaba también el castellano, el latín y varios dialectos selváticos. Su vida es un misterio, parece ser que nació en 1712, no se sabe si en el Cusco, Huamanga o Cajamarca, aunque Amich dice que era cusqueño y sirviente de algún jesuita. Él estudió o trabajó en el colegio San Francisco de Borja del Cusco, colegio administrado por los jesuitas para curacas y sus descendientes de Cusco, Huamanga y Arequipa. Precisamente esta cercana relación con los jesuitas le permitió viajar a España, África (Angola), Inglaterra, Francia e Italia. Incluso sus más osados investigadores como Francisco Loayza dicen que la rebelión estaba relacionada con el apoyo de los ingleses, pues en el año en que esta se inició, fueron vistas en las costas del virreinato peruano cinco naves del vicealmirante inglés Jorge Anson.
"Un día llegó al Gran Pajonal , un quechua del Cusco que decía ser el Inca Atahualpa.Venía vestido de rojo y acompañado de un apostol llamado Bisabequi" (historiador: Pablo Macera)

Prédica y accionar
Es muy probable que la predica del rebelde se haya iniciado entre 1729 y 1730, declarando su voluntad de restaurar el reino de los Incas. “El año de 1729 y 1730 vino Juan Santos Atahuallpa corriendo toda la sierra, desde el Cuzco hasta Cajamarca, reuniendo a todos los caciques, que venía a restaurar su reino del poder de los españoles. Posteriormente llegó hasta la montaña y la ceja de la sierra con los indios infieles”.(Francisco Loayza A. “Juan Santos, el invencible”,1942).Por aquellos tiempos fue capturado y enviado a “la Piedra”, por el virrey Castelfuerte, pero poco después, se fugó y se internó en la selva, llegando a territorios de los campas o asháninkas guiado por Bisabequi un curaca piro, radicándose en Simaqui-Quisopango(Pangoa), un territorio fuera del control político-militar español y de los misioneros franciscanos. Gracias a su alianza con curacas o caciques como Mateo de Asia, la prédica anticolonial de Juan alcanzó la zona conocida como “el Gran Pajonal”, en la selva central, en los valles de Chanchamayo, Perene, Ene, Pangoa y el Alto Ucayali, hábitat geográfico de grupos selváticos o “chunchos” como: piros, conibos, amueshas, yaneshas, asháninkas y grupos no selváticos como misioneros, terratenientes blancos, sirvientes, trabajadores mestizos,  y negros esclavos, cuya presencia se debía a que la selva central era una zona de constante intercambio de productos y de personas, principalmente coca, madera, sal, algodón y otros productos valiosos. Además de estos grupos, hubo otro contingente de disidentes, provenientes principalmente de la sierra, aunque no exclusivamente indios, que encontraron en la selva central una zona de refugio ideal para esconderse de las autoridades. En esta zona llamada “el Gran Pajonal”, perteneciente a la jurisdicción de Tarma y que comprendía en términos modernos la selva de los actuales departamentos de Huánuco, Junín, Pasco y Ayacucho, los franciscanos dedicados a evangelizar a las etnias selváticas habían logrado establecer unas 32 misiones de trescientos habitantes cada una: en total unas nueve mil personas.                                       
Sobre el programa político del rebelde, quien decía ser descendiente de los últimos Incas, mucho se ha escrito,  algunas fuentes sostienen que Juan Santos proponía el retorno al Imperio de los Incas, pero sin dejar por completo algunos rasgos ya interiorizados por la población, como el cristianismo. Planteaba se dice, un mundo de selváticos libres y cristianos, pero sin blancos y negros. Esto último es difícil de sostener pues uno de los líderes rebeldes, llamado Antonio Gática era africano y estaba casado con una mujer asháninka. Además el sacerdote franciscano que al igual que los jesuitas logró también parlamentar con Juan, dice haber visto grupos de blancos acompañando a los rebeldes. Las nuevas investigaciones precisan el carácter marcadamente multiétnico de la rebelión, aunque con preponderancia de los grupos selváticos.
En el año de 1742, los rebeldes dan inicio a su rebelión destruyendo más de 25 misiones o reducciones establecidos por los misioneros franciscanos del Convento de Ocopa, pues para ellos las misiones no sólo significaban maltratos y reglas rígidas sino también el sometimiento a trabajos forzados en haciendas, obrajes, panaderías y la mita de la sal (ya que en esta región se había descubierto grandes depósitos de sal, el historiador Orrego Penagos sostiene que uno de los móviles de esta rebelión fue la disputa por el control de la sal entre los grupos selváticos y los franciscanos); explotación de la cual se querían liberar. Otro factor de descontento fueron las enfermedades llevadas inconscientemente por los misioneros y que diezmaban a los selváticos. Los franciscanos en su intento de borrar el evidente carácter antifranciscano de la rebelión argumentaban que los selváticos estaban contentos con ellos, y que el alzamiento “chuncho” había sido provocado por el rebelde, sus allegados y chunchos, quienes querían verlo coronado en Lima.
Es interesante observar que le grupo selvático que más apoyó a Juan Santos, fue el grupo amuesha, cuyo centro ceremonial se encontraba en al localidad de Metraro, y quienes ejercían de modo exclusivo el control sobre la sal que los demás grupos de la zona necesitaban.
Enterado el virrey Antonio de Mendoza Caamaño y Sotomayor,  ”Marqués de Villagarcía” (1736-1745) de la rebelión, ordenó operaciones para apresar al rebelde:
Primera campaña (1742): El gobernador Benito de Troncoso comandando un grupo de realistas se dirigió de Jauja hasta Quisopango (set. 1742-oct. 1742), mientras que Pedro Milla se dirigía desde Tarma hasta Nijandaris (set. 1742-nov.1742).Troncoso estableció su cuartel general en Sonomoro, mientras Juan Santos iniciaba una ofensiva sobre Eneno. El 17 de setiembre de 1742 las tropas de Milla son cercadas sorpresivamente y liquidados por los rebeldes a inmediaciones del río la Sal, mientras que Troncoso que contó con el apoyo del curaca de Sonomoro (Bartolomé Quintimari) derrotó el 9 de octubre de 1742 a las tropas del curaca Santabangori en Quisopango (cuartel general de los rebeldes). Ante la falta de información del ejército de Milla y temeroso de que Juan Santos retorne de Eneno a Quisopango, Troncoso se regresó a Sonomoro y luego retrocedió a Jauja.

Segunda campaña (1743-1744): A fines de 1743, el rebelde decidió atacar “Quimiri”, lugar donde los españoles habían levantado un fuerte dejando en el mando al capitán Fabricio Bartolí. Juan Santos le propuso a Bartolí la rendición, pero al negarse, atacó el fuerte matando a sus defensores (1° de enero de 1744). Las tropas de Troncoso (300 españoles) salieron de Tarma, pero no pudieron reforzar a los sitiados pues los rebeldes habían cortado todos los puentes que permitían el acceso al fuerte, retornando desde Chanchamayo a Tarma. El fracaso de la ofensiva realista obligó al rey español al reemplazo del virrey Marqués de Villagarcía por el  virrey Antonio Manso de Velasco(1745-1761), llamado después Conde de Superunda ( “Conde sobre las olas”) por el terremoto y tsunami que afectó Callao y Lima en 1746.

Tercera campaña (marzo de1746): En una campaña proselitista Juan Santos abandona Quimiri y se dirige a Monobamba, dejando a sus tropas en el camino para a través de emboscadas, golpes de mano y un mejor conocimiento del terreno, pudieran diezmar a los realistas. Las tropas realistas enviadas por el virrey Manso de Velasco (veterano de la guerra de indios en Chile), al mando de José de Llamas, cuyo objetivo era retomar Quimiri, se enfrentaron con los rebeldes en el combate de Cerro la Sal, mientras que las tropas de Benito Troncoso se enfrentaban a otro grupo rebelde en Nijandaris.

Cuarta campaña (verano de 1750): Debido al fracaso de las expediciones militares, el gobierno virreinal envió al franciscano fray Otanza para negociar con el rebelde y al cual hasta se le dio permiso para evangelizar, pero luego lo expulsaron por su proselitismo antirebelde. Entonces los españoles deciden organizar una nueva campaña militar al mando del general José de Llamas teniendo como base de operaciones Jauja y Tarma. En el verano de 1750 los españoles logran recuperar Quimiri, mientras que el capitán realista Espinal ocupa la región de Eneno. Ya por entonces Juan Santos se había replegado atacando a los españoles en su eje de avanzada. Agobiados por las enfermedades, la falta de abastecimientos y el hostigamiento de los naturales, los expedicionarios luego de sufrir muchas bajas se regresaron a Jauja.

Contraofensiva de Juan Santos Atahualpa (1751-1752): El rebelde ocupa Quisopango y ordena una ofensiva militar para capturar Sonomoro o Pangor (reducto realista), que luego de capturarla la convierte en su cuartel general. En 1752 (¿agosto?), el caudillo inicia una incursión sobre Andamarca, pero al enterarse de la cercanía de tropas virreinales salidas de Jauja se replegó hasta Sonomoro. Con esta acción ofensiva de Andamarca dicen los historiadores concluyó la contraofensiva del caudillo. En 1756 un destacamento realista al mando de Pablo Sáenz de Bustamante penetró en Quimiri, pero ya entonces  no se tenían noticias del rebelde, optando los españoles por una nueva estrategia defensiva consistente en convertir a Jauja y a Tarma en bastiones militares para evitar que el movimiento influyera en una zona articulada con la capital y comprometiese el abastecimiento de alimentos a Lima.
Una de las primeras medidas de los rebeldes liderados por Juan Santos Atahualpa fue expulsar a los franciscanos de la selva central.

¿Qué pasó con Juan Santos Atahualpa?
La misteriosa desaparición de Juan Santos después de 1752 provocó una serie de rumores populares acerca de una inminente liberación o de una invasión  suya al corazón del poder colonial. En Cajamarca en 1753 y en la sierra central en 1756 se difundieron informaciones de la llegada del rebelde y de comunicaciones secretas entre las comunidades y la rebelión. Sin embargo, nunca se volvió a ver a Juan Santos. Aunque algunos dicen que fue envenenado o que murió de vejez, lo concreto parece ser que después de la toma de Andamarca, el movimiento se diluyó muriendo el jefe rebelde en un enfrentamiento contra un curaca local en Metraro, alrededor de 1756.

Objetivo y balance del levantamiento
Aunque la historia tradicional presenta la rebelión de Juan Santos como una rebelión milenarista(en su propuesta de cambio del cosmos) y mesiánica(el líder como salvador mítico y reorganizador del mundo), los últimos trabajos sobre el tema señalan un movimiento político insurreccional que optó por una lucha armada orientada fundamentalmente a la defensa de la selva como espacio económico y político que a la extensión del movimiento a otros espacios geográficos como las partes altas de la sierra. Santa María dice que el objetivo histórico de la rebelión fue liberar a las masas selváticas del yugo de las reducciones obligados por los franciscanos (entrega de fuerza de trabajo), de los repartos de mercadería inservible por parte de los corregidores y de la cobranza de tributos. El mismo autor aceptando el carácter multiétnico de la rebelión sostiene que la adhesión de los grupos no selváticos(blancos, mestizos y en menor medida negros), fue porque estos estaban convencidos que la autonomía política regional de dicha área crearía bases más seguras para una integración económica con el sistema mercantilista colonial, pues los rebeldes de una u otra clase conocían bien el antiguo y extendido comercio con pueblos andinos o españoles de la sierra, como era el caso del comercio de las hojas de coca.
Entendemos que el movimiento no fracasó,  pues militarmente aplicó una estrategia adecuada para el terreno del monte: la guerra de guerrillas, y la toma efímera de algunas ciudades. Las tropas realistas, vistas hasta ese momento como invencibles, no pudieron derrotar a los rebeldes. Esto causó alarma en la administración virreinal como lo demuestra la militarización de Jauja y Tarma, estrategia militar defensiva realista que lo único que buscaba era evitar la expansión del movimiento. Lo cierto es que las repercusiones del movimiento fueron muchas más amplias que sus victorias militares. Políticamente la rebelión también fue exitosa, pues a pesar de que un grupo de historiadores sostiene que fracasó porque no se extendió y articuló a la sierra donde existían grupos sociales explotados por el régimen colonial, el objetivo de la rebelión no era ese, sino crear una zona geográfica, política y económica libre del control estatal español, objetivo que se logró, pues hasta muchas décadas después dicho territorio no pudo ser controlado por los gobiernos de turno, estableciéndose a lo mucho,  pequeños grupos de colonos foráneos.

CAUSAS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU II

CAUSAS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU II


A pesar que la rebelión de Túpac Amaru II causó una gran conmoción social en los Andes y en gran parte de Sudamérica, no es tarea sencilla definir las causas que originaron la rebelión, pues el discurso del grupo dirigente fue muy diverso y sus reivindicaciones contradictorias, debido que al aglutinar diversos sectores sociales como criollos y mestizos, terratenientes, hacendados y comerciantes con indígenas tributarios y mitayos, terminó olvidándose,  por su propio status social, de pedidos básicos y evidentes a favor de los indígenas como lo fue el tributo, la tenencia de la tierra y las formas de prestación laboral. Esto demuestra que la rebelión de Túpac Amaru II no buscaba satisfacer de manera directa las demandas del indígena común (runas) sino de los grupos provincianos elitistas al cual pertenecía el curaca José Gabriel Condorcanqui.
Los curacas (o caciques) en general, y en particular los del Cusco, fueron un sector privilegiado de la sociedad andina colonial. Se convirtieron durante el siglo XVI, XVII y la primera mitad del siglo XVIII, en eslabones de la cadena de explotación y dominación española. Como tales, recibieron de la política colonial privilegios económicos como: propiedades, exoneración de tributos, conservación de runas a su servicio; sociales (reconocimiento de status de nobleza); políticos (otorgamientos de poder a nivel local) y culturales (educación en escuelas especiales y acceso a ciertos niveles del clero). Estos curacas indios, ricos e ilustrados como fue el caso de José Gabriel Condorcanqui, quien había estudiado en el colegio jesuita San Francisco de Borja del Cusco, hablaba castellano, quechua y latín, andaba a caballo, se vestía como español, era propietario de cocales en Carabaya, chacras en Tinta, vetas de minas y sobre todo dueño de 350 mulas con las cuales se dedicaba al comercio y al transporte de mercaderías del Cusco a Potosí, por el cual se le conocía peyorativamente como “el curaca arriero”, eran curacas que además contaban con el reconocimiento político de las masas indígenas que les obedecían ciegamente.
Dibujo de un curaca realizado por el cronista indio Guaman Poma de Ayala. Obsérvese que el curaca  tiene la indumentaria típica de un español.

El historiador John Murra expone como causal de la rebelión un sentimiento de identidad ligado al pasado incaico, que aparece y se desarrolla en el siglo XVIII y que él denominó, “el nacionalismo Inca”. Es decir los curacas empezaron en el siglo XVIII a vestirse como en los tiempos del Incario y a revalorar el runasimi, las huacas “vuelven a cantar” desde las páginas de “los Comentarios Reales” del Inca Garcilaso de la Vega y donde la figura de José Gabriel Condorcanqui concentró la imagen mesiánica del Inca, de ahí su autodenominación de Túpac Amaru II, pues los Incas no tenían la costumbre de repetir los nombres de antiguos gobernantes.
Entendemos que la causal expuesta por Murra fue una causal importante pero complementaria a las causales originadas por “las reformas borbónicas” del siglo XVIII. En su investigación sobre las rebeliones indígenas del siglo XVIII, Scarlet O’phelan sostiene que la coyuntura más importante de todas aquellas medidas que generaron olas de descontento  en todos los niveles de la sociedad colonial están aquellas llevadas a cabo desde 1777 por el Visitador José Antonio de Areche y que marcaron un punto decisivo en la política fiscal pues incrementaron la presión sobre la producción y el comercio, afectando a los sectores más dinámicos ( entre los que se encontraban José Gabriel Condorcanqui y sus aliados criollos y mestizos) y cuyo resentimiento contra la Corona tuvo su punto más alto en la rebelión que precisamente él lideró.
En el desarrollo de la rebelión se nota que el programa reivindicatorio estaba destinado a las élites provinciales a la cual pertenecía Túpac Amaru II y era bastante completo teniendo en cuenta que la mayoría de eso pedidos le favorecían como los relacionados a la eliminación de alcabala, aduanas, obrajes , impuestos, mejoras en la administración de justicia, equidad en los nombramientos para cargos públicos, supresión de la mita de Potosí que a raíz de la creación del virreinato de Río de la Plata en 1776 había dejado de pertenecer al virreinato del Perú y fundamentalmente el abuso de los corregidores en el cobro del tributo y los repartos mercantiles.
José Gabriel Condorcanqui se dedicaba al transporte de mercancías a través del sistema del arrieraje, por ello los españoles lo denominaron despectivamente como "el curaca arriero".

CONSECUENCIAS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU II

CONSECUENCIAS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU II


El saldo de la gran rebelión fue el más impactante en la historia de los levantamientos coloniales contra el Estado español. Más de cien mil muertos de una población de 1.2 millones de personas, provocó de inmediato un colapso demográfico en el sur andino. Hay que dejar en claro que gran parte de las bajas no se produjeron durante la rebelión sino en la represión posterior a la rebelión, que duró varios años.
Las medidas de la Corona para evitar que una rebelión de la envergadura de la de Túpac Amaru II  se repitiera fueron inmediatas. El ministro de Indias,  José de Gálvez, organizó una gran represión en contra de los parientes de los rebeldes así como de cualquier aliado de la rebelión, inclusive se aplicó “el quintado”, que consistió en ejecutar a cada quinto hombre en las aldeas donde se apoyó a Túpac Amaru II. Las penas contra los criollos fueron más leves, en un afán por reconciliar a la corona con dicho grupo social que ya estaba enemistado con el Estado español desde las reformas borbónicas.
Una serie de medidas fueron implementadas para erradicar lo que se había percibido como un nacionalismo Inca. En 1787 se abolió el cargo hereditario de curaca,  se prohibió el uso de la vestimenta real incaica, la exhibición de toda pintura o iconografía de los Incas, el uso de símbolos precoloniales, la enseñanza del quechua en la universidad de San Marcos, la lectura de las obras del cronista mestizo Inca Garcilaso de la Vega e inclusive se prohibió mencionar el nombre Túpac Amaru.
Otras medidas fueron destinadas en mejorar la administración colonial y apaciguar los ánimos de las poblaciones del sur andino. En 1784 se abolió el reparto de mercaderías y los corregimientos fueron reorganizados en Intendencias, quedando el cargo de corregidor totalmente eliminado. Asimismo, la Corona desplegó tropas regulares en diversas provincias andinas, asumiendo un papel de control social del orden interno. En 1787 se estableció una Audiencia en el Cusco que sería mucho más receptiva de las demandas locales.
A largo plazo, estas acciones perjudicaron principalmente a élite incaica, al ser despojada de sus fueros y privilegios. Es decir el sector que había logrado comunicarse mejor con los mestizos y los criollos,  recogiendo las demandas e intereses de los indígenas fue desapareciendo paulatinamente no sin antes ofrecer resistencia en interminables litigios que no pudieron detener la debacle de los curacas. Así con el paso de los años todos los pobladores andinos pasaron a ser indios sin distinción, aumentando su sentimiento de desprecio y humillaciones a medida que sus derechos eran socavados cada vez más. Mientras tanto los criollos percibieron el peligro que significaba aliarse y movilizar a contingentes indígenas para realizar sus propios pedidos y reclamos. Este sentimiento de amenaza de los criollos y españoles ante las masas indígenas tuvo consecuencias hasta después de la independencia del Perú y ayudó a configurar de manera negativa la concepción que la nueva república peruana tendría de los indios, marginándolos totalmente  de sus planes políticos.
Si bien la imagen de Túpac Amaru II fue revitalizada desde el indigenismo de los años veinte ("Oncenio" de Leguía) y luego con fines políticos en la década de 1970 (gobierno militar del general Juan Velasco Alvarado),las últimas investigaciones han dado nuevas luces sobre el levantamiento de José Gabriel Condorcanqui y luego de la “idealización” sufrida por el cacique de Tungasuca, Surimana y Pampamarca que inclusive llegó al cine peruano, se puede afirmar que si bien la rebelión tuvo una gran envergadura y sus consecuencias fueron las más importantes de todos los levantamientos del penúltimo siglo colonial ( siglo XIX), lejos está Túpac Amaru II de ser un luchador social por su pueblo y precursor de la independencia bajo una conciencia nacionalista.
Durante el gobierno militar del general Juan Velasco Alvarado (1968-1975), este utilizó la imagen de Túpac Amaru II para legitimar su poder, dando a entender al pueblo peruano que su gobierno era la continuación de las propuestas "nacionalistas" del líder indígena.   

TUPAC AMARU II

¿CÓMO MURIÓ REALMENTE TÚPAC AMARU II?


Taytachay, Amarúy…mana qonqana, wiñay Amarúy”
(“Mi padrecito, mi Amarö…mi eterno e inolvidable Amarö”)
José María Arguedas.

Hace muchos años atrás, al ingresar al baño de Sociales en la Pontificia Universidad Católica del Perú observe un graffiti en la pared que decía:

”VAMOS POR PARTES”
(Autor: Túpac Amaru II)

Aún recuerdo que sonreí por la graciosa creación intelectual, pero años después ya inmerso  en el mundo de la docencia me di cuenta con bastante preocupación que la mayoría de alumnos en el Perú creían como una verdad absoluta que Túpac Amaru II había muerto descuartizado  por cuatro caballos, este motivo y no otro me ha llevado a escribir hoy sobre la forma en que realmente murió este personaje de la historia peruana.
"Lo pondrán de cabeza. Arrancarán sus deseos, sus dientes y sus gritos. Lo patearán a toda furia . Luego lo sangrarán: !y no podrán matarlo¡. (Alejandro Romualdo:Fragmento de Canto coral a Túpac Amaru que es libertad).

El día viernes 18 de mayo de 1781, a la hora de la Misa Mayor, fue ejecutado por las autoridades españolas el líder indio José Gabriel Condorcanqui autodenominado Túpac Amaru II porque según él descendía por línea paterna de Juana Pilcowaco, hija de Túpac Amaru, el último de los Incas de Vilcabamba , ajusticiado por el virrey Francisco de Toledo en 1572.
La ejecución del cacique de Tungasuca, Surimana y Pampamarca se produjo en la plaza de Wacaypata, la antigua plaza del Pregón de los Incas. Antes que le llegue su turno, Túpac Amaru II y tal como señalaba la sentencia fue obligado a presenciar la tortura y asesinato de sus aliados y amigos, de su hijo mayor y de su esposa, la zamba Micaela Bastidas Puyucahua. Un día antes, el 17 de mayo a las 9 de la mañana, el visitador Areche había ordenado  el ahorcamiento de  José Amaro, Miguel Ancco, Miguel Meza, Pedro Mendigure, Ramón Ponce, Francisco Torres, Gregorio Enríquez, Pedro Mamani e Isidoro Puma. El día 18, José Gabriel fue mudo testigo  como a Diego Berdejo, Vicente Castelu y Antonio  Bastidas los ahorcaban en forma simple, arrojándolos de lo alto de una escalera, vió como al ex esclavo negro Oblitas, verdugo del odiado corregidor Arriaga, se le arrastraba con una soga hecha de esparto al cuello antes de ahorcarlo y como su cuerpo inerte fue descuartizado. A la cacica de Acos, Tomasa Tito Condemayta la vio morir agarrotada sobre un tabladillo dispuesto con un torno de hierro. Fue testigo también del ajusticiamiento de su anciano tío don Francisco y de su hijo mayor Hipólito Túpac Amaru a quienes antes de ahorcarlos les cortaron previamente la lengua. Cuando su mujer Micaela Bastidas subió al tablado su dolor debió ser eterno, como cuando vio morir a su hijo, pues se dice que no hay peor dolor para un padre que ver morir a su hijo. Se dice que la ejecución de Micaela fue insufrible, pues debía morir con la pena del garrote vil u horca manual, pero teniendo el cuello muy delgado, el torno no logró ahorcarla. ”Para acelerar su ejecución fue necesario echarle lazos al cuello, tirando los verdugos de ambos extremos. Como esto fuera todavía insuficiente, haciendo honor a su profesión, los verdugos la remataron dándole de patadas en el estomago y los senos hasta que expiró”.(Carlos Daniel Valcárcel: La rebelión de Túpac Amaru). Ya muerta Micaela, el verdugo para completar la escena de horror, le cortó la lengua. Presidía la “función” el visitador José Antonio de Areche, el mismo que en su prisión había tratado de convencerlo para que delatase a sus aliados consiguiendo como respuesta del jefe indio:” aquí no hay más cómplices que tu y yo; tu por opresor, y yo, por haber querido liberar a mi pueblo de semejante tiranía, ambos merecemos la muerte”.
Conducido al patíbulo, su aniquilamiento físico era evidente, producto de los tormentos,  de las torturas a las cuales se les había sometido en su prisión. Valcárcel dice: “Con repetidos tormentos sus verdugos llegaron a quebrarle un brazo”. Ya en el patíbulo los verdugos le abrieron la boca y le cortaron la lengua. Le quitaron grilletes y esposas y arrojado al suelo, lo colocaron con la cara hacia el firmamento. Cuatro caballos cabalgados por mestizos fueron acercados. Sendos lazos sujetaron las extremidades del reo a las cinchas de los cuadrúpedos. Terminados los preparativos se dio una señal, partiendo los jinetes hacia los cuatro puntos cardinales, espectáculo que como dice un testigo anónimo”…jamás se había visto en esta ciudad”. Increíblemente los encabalgados no pudieron avanzar más allá de la extensión de sus lazos, porque la fortaleza física, aunque diezmada, de José Gabriel resistió victoriosamente el sacrílego intento de fragmentarlo. Por breves instantes Túpac Amaru se batió en el aire cual si fuera una araña gigantesca. Su pequeño hijo Fernando, agobiado por aquel cruelísimo trance, emitió un grito tan lleno de angustia que ha quedado grabado en la historia como una elocuente protesta de tan salvaje ejecución. Un testigo anónimo dice: “Este día concurrió un crecido número de gente, de que entre tanto concurso no se veían indios, a lo menos en el traje mismo que ellos usan y si hubo algunos estarían disfrazados con capas o ponchos” . Al ver el visitador Areche la excesiva demora en la ejecución del reo, acaso “movido por la compasión”, ordenó decapitarlo. El Inca fue conducido al pie de la horca y descuartizado. Su cabeza se envió a Tinta .Los brazos: uno a Tungasuca y el otro a Carabaya. Las piernas: una a Santa Rosa ( actual provincia de Melgar, Puno),y la otra a Livitaca (actual provincia de Chumbivilcas en el Cusco). Los cuerpos de Túpac Amaru-privado de la cabeza y extremidades-y de doña Micaela Bastidas-conservando la cabeza y una pierna-fueron conducidos al cerro de Picchu para ser quemados y sus cenizas arrojadas al aire y al río Chunchullmayo afluente del río Huatanay. Como corolario final, el visitador Areche mandó poner en aquel lugar una lápida recordatoria. Los miembros de los otros reos fueron en parte distribuidos en diversos pueblos, como ejemplar sanción y “eterna memoria de los delitos nunca vistos ni oídos en otros reinos”. Por ejemplo, los brazos de Micaela Bastidas fueron enviados a Tungasuca y Arequipa y una pierna a Carabaya, la cabeza de Tomasa Tito Condemayta fue enviada al pueblo de Acos, donde ella había sido cacica. Por último se recomendó que la descendencia de Túpac Amaru sea extinguida hasta el cuarto grado de parentesco.
Esta imagen se acerca más a la forma  como murió Túpac Amaru II, el 18 de mayo de 1781 en la plaza de Armas del Cusco.