lunes, 25 de noviembre de 2013

El pasado tiene futuro



Quiere decir que si vemos el panorama de la historia huancavelicana, en resumidas cuentas, es una historia muy singular pero interesante porque nos ilustra que en el pasado prehispánico las sociedades que poblaron su territorio dieron solución a sus problemas económicos, diseñaron importantes estrategias de vida, de modo que no habrían sido las últimas de los Andes ni tampoco los de extrema pobreza como ocurre hoy en día. Hasta hace unas dos o tres décadas el conocimiento de las sociedades que ocuparon el actual departamento de Huancavelica era insuficiente en razón a la falta de estudios que hurgaran su real trayectoria histórica.
Por ello, nadie discutía la versión muy generalizada, en la población y en el ambiente intelectual, que afirmaba que los antiguos pobladores de Huancavelica no eran sino los Chancas y los Pocras. Ellos habrían sido los gestores de las obras antiguas que hoy observamos en su condición de restos arqueológicos, con lo cual se argumentaba una trayectoria similar a las comunidades prehispánicas que ocuparon la región de Ayacucho. Probablemente, esa versión provenía del hecho de ser Huancavelica el emporio minero que en tiempos coloniales deslumbró a la corona española, y, por consiguiente, varios investigadores escribieron muchos informes y estudios dedicados a ponderar las riquezas huancavelicanas, casi desde el momento en que se produjo la ocupación española de sus territorios. Del poblador nativo, nada se decía, salvo el señalar a los grupos de mitayos que acudían a ofrecer su fuerza de trabajo en los escabrosos filones mineros.
El brillo del metal opacó el conocimiento integral de su vasta y compleja historia.
Recién en estos últimos tiempos, se viene esclareciendo los verdaderos antecedentes de la emergencia de los pueblos y ciudades locales, cuya historia no es, naturalmente, el resultado de solo la fundación de las ciudades hispanas en el territorio andino, sino, que ellas habían sido el corolario de la lucha del antiguo hombre huancavelicano quien dominó su áspera geografía desde los lejanos tiempos arqueológicos del Arcaico Andino.
En efecto, actualmente, ya es de nuestro conocimiento que en Huancavelica, quienes la habían poblado originalmente, eran grupos humanos no precisamente Chancas ni Pocras, aun cuando algunas autores han expresado que los Chanca tuvieron como su lugar de origen a la laguna de Choclococha, sino varias agrupaciones dispersas, entre los que destaca el de los llamados Angara o Angaraes. Pero estos ancestrales grupos humanos huancavelicanos habían tenido también una larga historia, diseñada y lograda en su propio territorio, desde hace muchos miles de años, antes de constituirse en organizaciones sociopolíticas complejas. Justamente, el aporte de las investigaciones arqueológicas e históricas van descorriendo el velo de misterio que cubría esa fecunda historia que sustenta la obstinada permanencia de sus actuales habitantes, quienes dan continuidad a la vida en los mismos ámbitos donde antaño prosperaron sus antepasados. Si trazamos un esquema de la evolución o el devenir de las sociedades más remotas de Huancavelica, observamos hitos importantes que nos permiten vislumbrar una historia continua que corrió pareja al desenvolvimiento de los grupos asentados en la región de Junín y Ayacucho, para citar a los más próximos. Se puede proponer que las evidencias más remotas de la presencia humana estarían representadas por los hallazgos de cuevas y abrigos rocosos en las provincias de Huancavelica, Acobamba y Tayacaja. Son sitios ubicados en las partes altas, mas arriba de los 3500 metros sobre el nivel del mar, donde son abundantes los pastos que facilitaron nutrientes adecuados para la crianza de numerosos camélidos andinos. Los abrigos rocosos de Huarajomachay en el distrito de Vilca (Chaud y Rios, 1978), los de Quillamachay y Pomacancha en Acobamba (Ruiz,2000) y los de Tongos en la provincia de Tayacaja, muestran elocuentemente vestigios de un arte rupestre que tiene mucha relación con expresiones similares a las descubiertas en las punas de Junín y en la sierra de Lima (Bonavía,1972). Dicho arte está caracterizado fundamentalmente por la representación de animales de cuerpo grande, voluminoso, a veces con el cuerpo rellenado de líneas o puntos y que siempre son de mayores dimensiones que las figuras antropomorfas que los acompañan. Se ha calculado para ellos una antigüedad de 5000 a 6000 años antes de Cristo con lo cual tenemos la muestra de que el territorio de Huancavelica remontaría a dicho tiempo las actividades de sus mas lejanos antepasados. A ese tiempo se denomina en la arqueología andina como período Arcaico. Pero se desconoce el proceso de cambio que ocurrió a esos primeros pobladores, porque todavía no se han efectuado investigaciones que profundicen los estratos que yacen todavía intangibles. Por eso, no podemos detallar todavía los mecanismos que ocurrieron para que posteriormente, pasados varios milenios de existencia, encontremos a otros grupos que estuvieron vigentes durante el llamado período Formativo. De este período se han encontrado mayores evidencias como para tener una mejor idea de los avances que habían ocurrido, pues se hallan distribuidos a nivel de todo el departamento, vestigios de aldeas, probablemente templos, y áreas de cultivo y cacería prehistórica. En este aspecto señalamos a los sitios de Paturpampa, Chuncuimarca, Atalla, Chejo Orjuna, Ticrapo y San Francisco como exponentes de grupos culturales que habían sido contemporáneos de las culturas de Paracas, de Chavín y de sus vecinos ayacuchanos como los de Chupas , Rancha y Wichjana (Ruiz,1977;Ravines, 1970,1971,1998). Es una época en que el hombre huancavelicano había dominado ya la tecnología agrícola, la tecnología alfarera, así como aprovechaba los beneficios de la domesticación de los camélidos, en cuanto al aprovechamiento de las fuentes proteicas de la carne de estos animales, como de la lana que le facilitaba la producción textil. Podemos afirmar que con el manejo adecuado de estos recursos, se habían sentado definitivamente las bases para un progresivo incremento de las fuerzas productivas que conducirían posteriormente a la emergencia de sociedades cada vez más complejas. Productos domesticados como la papa, la mashua, el olluco, la oca, la quinua, el maíz, la quiwicha y otros frutos, se complementaban con el consumo de carnes de camélidos, de roedores como el cuy, de los venados y, en fin, de otros mamíferos menores empleados en el sustento cotidiano. Las exigencias para una supervivencia sin carencias estaban dadas porque poseían los suficientes recursos que requiere el ser humano para dar continuidad a su existencia. Se ha señalado por eso, que la presencia del sitio arqueológico de Atalla significa uno de los centros de mayor monumentalidad en la sierra central del Perú, cuyos pobladores habrían aprovechado los cultígenos de gran altitud tal como la oca, olluco, mashua, quinua, papa, cañiwa y los alimentos procesados como el charki y el chuño, como base del sustento que permitió desenvolver sus propias actividades económicas que incluso trascendieron a otras áreas alejadas (Burger y Matos, 2002) Todo este proceso habría ocurrido entre los 1600 hasta los 200 años antes de Cristo y si bien los datos permiten equipar algunas expresiones culturales con las de otras regiones, para el caso del siguiente período, es decir, entre los 200 años antes de Cristo y los 500 años después de Cristo, encontramos, en cierta manera, con un paisaje cultural distinto en el escenario huancavelicano. Los indicadores arqueológicos señalan una mayor interrelación con las comunidades ayacuchanas, porque parece que los grupos humanos huancavelicanos optaron por ocupar los valles más abrigados, quizá por efecto de fuertes cambios climáticos como los que causa el recurrente fenómeno del Niño cuyos estragos trascienden a los territorios altoandinos. Los sitios de ocupación de este período, los encontramos con mayor frecuencia, más hacia los territorios de las provincias de Lircay y Acobamba, aunque no dejan de estar presentes en las provincias de Huancavelica, Tayacaja, Churcampa y Castrovirreyna.
Debió haber cambios drásticos, porque ya no se producirán más aquella cerámica monocroma del período anterior. En este tiempo aparecen unos estilos alfareros a los cuales se denomina Caja y Huarpa que son los elementos diagnósticos mas aparentes por ahora para su identificación, cuya morfología, estructura y ornamentación se aparta fuertemente de sus remotos antecedentes. Ambos componentes alfareros son de pasta clara y exhiben una decoración de simples líneas oscuras de color marrón y rojizo. Cuantitativamente, se registra un mayor número de sitios en relación a la etapa anterior, lo cual sería, por cierto, el reflejo de un incremento de la población por cuanto disponía cada vez de un mayor volumen de recursos, como para poder haber ocupado nuevos espacios bajo su dominio. En estas circunstancias, pasados varios siglos, las comunidades aborígenes huancavelicanas, por el hecho de su vecindad a los grupos de la cuenca de Ayacucho, sobrellevaron las mismas influencias de otros ámbitos culturales como la de los Nasca y Tiahuanaco. Se produjo entonces, durante el período denominado Horizonte Medio, la presencia y el predominio de un gran centro político económico como lo fue el imponente centro urbano arqueológico de Huari, ubicado justamente en la cuenca del río Huarpa, afluente del río Mantaro. De acuerdo a diferentes evidencias arqueológicas, los territorios huancavelicanos se vieron involucrados en la esfera influida por ese centro de poder cuyo impacto social, cultural y político trascendió prácticamente toda la sierra central peruana. Todavía no conocemos los mecanismos de entronque de los grupos huancavelicanos hacia ese eje de poder y tampoco los trastornos o cambios que devinieron a los Caja y Huarpa para asumir los rasgos culturales Huari. Pero es importante señalar que hacia el sector sur de la ciudad de Huancavelica encontramos, hace algunos años, un residuario que contenía justamente los restos alfareros con una iconografía del estilo Huamanga y Huari temprano. Otro lugar, pero de carácter ceremonial, estrechamente vinculado a Huari, es el de Ayapata, situado en la provincia de Acobamba, el cual expresa similar contexto ritual al de otros centros Huari de ese tiempo. Pensamos, que el ámbito de esos sitios, enmarcados en lugares productivos, como es el caso de Ayapata ubicado entre las cuencas del río Urubamba y el Huarpa, ofreció buenas condiciones para la obtención de recursos agrícolas. Igualmente, el residuario huancavelicano de Chimpamojo, muy próximo a los yacimientos de la hoy denominada mina de Santa Bárbara, constituía un atractivo para la obtención de los filones tintóreos como el cinabrio de uso, probablemente, muy intensivo para la decoración alfarera y corporal. Pese a la fuerte corriente cultural Huari y una vez colapsado su impacto, surgen en la región de Huancavelica varios grupos humanos sobre los cuales tenemos información escrita. Ellos corresponden, en la secuencia cronológica andina, al período Intermedio Tardío que discurre entre los años 1000 a 1500 después de Cristo. Son, al parecer, grupos emparentados culturalmente pero regidos por gobiernos autónomos, cuya vigencia social se prolongó hasta los tiempos de la Colonia, tiempo en el cual se los reconocía con los nombres de Angaraes, Chacas, Astos y Chocorbos. Pero existe una información más amplia sobre los grupos Angaraes en razón a que sus territorios eran altamente mineralizados, circunstancia que coincidía con el apremio e interés hispano por el metal. LOS ANGARAES EN LA HISTORIA DE HUANCAVELICA De los angaraes( Ferrúa,1993) y los otros grupos contemporáneos, sabemos que ocuparon fundamentalmente los territorios de las zonas altas de las provincias de Huancavelica, Acobamba, Angaraes y Churcampa. Pero, en realidad, mantuvieron también sus propiedades en sectores de mayor altitud como igualmente se acomodaron en las zonas bajas, adyacente a la cuenca de los ríos, para destinarlos a fines productivos. La arqueología registra que las urbes angara, asto y chaca tenían como sede principal la franja ecológica ubicada entre los 3000 a 4000 metros sobre el nivel del mar Allí habían instalado sus pueblos, también las extensas áreas agrícolas y las zonas para la crianza de ganado nativo. Por lo común, en las zonas bajas, cercana a los ríos, no edificaron sus pueblos, porque la naturaleza agreste de esas cuencas, en cierta manera, impedía realizar trabajos constructivos, aunque, si comprendemos que ellos vivieron alertas a la defensa de sus territorios, los sitios bajos no eran lugares estratégicos para enfrentar cualquier tipo de disputa. Habían elegido territorios donde instrumentaron sus actividades económicas basada en una práctica y manejo sostenible del suelo que ocuparon. La agricultura y la ganadería sostenían con éxito a los numerosos pueblos de su comarca. Las urbes antiguas estaban erigidas junto a los terrenos de cultivo o próximos a los espacios dedicados a la industrialización de determinados productos y no lejos de los pastizales de altura donde prosperaba el pastoreo de camélidos. Los pajonales, las mesetas, las pampas y aquellas laderas de regular pendiente que descienden a los ríos fueron utilizados para el cultivo del maíz, de la quinua, de la quiwicha, de la papa, de la mashua, de la oca, del olluco, del yacón, de las calabazas, del mate, de la coca, de las tunas, del pacae, de la lucma. Es interesante, por citar un ejemplo, la presencia de extensos pajonales junto a la urbe arqueológica angara de Choquemarka, en las alturas de Acobamba, donde hasta el presente se industrializan los tubérculos andinos. Allí se transforma, desde lejanos tiempos, toneladas de papa para convertirlos en chuño y así facilitar su almacenamiento para abastecer a los pueblos de Acobamba. Choquemarka habría sido entonces un centro ligado a la administración, distribución y procesamiento de la papa deshidratada, para que este alimento no faltase en los antiguos pueblos angara de esa zona. Actualmente, en los meses de intensa helada, se comprueba la presencia de decenas de hombres y mujeres que acampan en esas pampas en pequeñas chozas para estar hundidos durante el día en pequeñas pozas de agua procesando la papa. Seguramente esa escena actual se cumplía en forma similar en tiempos prehispánicos, porque los campesinos de ahora manifiestan que así lo hacían sus padres, sus abuelos y sus más lejanos ascendientes. Otro centro arqueológico de importancia, correspondiente al subgrupo humano Chaca componente de los Angara prehispánicos, es el de Willcapiti (Ticllasuca y Aclari, 2003) ubicado en el distrito de Acoria sobre las cumbres del mismo nombre con numerosas edificaciones hechas de piedra y barro con diferentes sectores destinados a la vivienda, la defensa, la agricultura, el procesamiento de los tubérculos y la cría de camélidos andino, así como al abastecimiento del agua. Por la cantidad de edificaciones, cuyo número alcanaza, por lo menos, a unas 250 estructuras, muestra una urbe extensa, cuyos constructores eligieron las cumbres para dejar libre las laderas que bajan al río y aprovechar esas tierras para hacerlas productivas mediante el cultivo en laderas y el pastoreo de ganado nativo. Por otro lado, casi la totalidad de los 25 centros arqueológicos estudiados por Daniele Lavallée (1973) instalados en el territorio angara perteneciente a los Asto, están precisamente inmediatos a extensos campos de cultivo y de pastoreo, que sumaban miles de hectáreas destinados a la producción de alimentos que eran suficientes para sostener a una inmensa masa poblacional calculada en 15,0000 habitantes o tal vez pudo alcanzar hasta 20,000. Estas cifras son realmente sorprendentes si contrastamos con la realidad actual de la antigua zona de los Asto, porque en los pueblos de origen Colonial como Conaica, Cuenca, Moya y Vilca convertidos en reducciones de los Asto, y, posteriormente, durante la República en distritos de la provincia de Huancavelica, solo viven hoy unas 9,000 personas. Es clara entonces la vertiginosa reducción demográfica ocurrida en los 500 años de vida colonial y republicana. Se carece de informes sobre la realidad prehispánica de otros subgrupos de los angaraes, pero tenemos noticias de la existencia de numerosos complejos arqueológicos que estudiados en forma sistemática y exhaustiva deben revelar similares condiciones sociales y económicas. Otra dimensión de la economía de los huancavelicanos prehispánicos estaba vinculada a la ganadería de los camélidos. Estos animales debieron ser abundantes porque estaban favorecidos por la existencia y conservación de forrajes aparentes a su adecuado crecimiento. Tales forrajes, agrupados en el género de las gramíneas estaban dedicados en su mayor parte al sostenimiento de ese ganado y en menor cantidad a usos de la fundición de metales o del techado de sus viviendas Un dato que apoya esta afirmación tiene como asidero en el hallazgo, ya en tiempos modernos, de hasta 88 especies de gramíneas distribuidas en solo un sector del territorio huancavelicano pero que abarca las alturas, al norte de la ciudad de Huancavelica hasta la zona de Andamaraca en la provincia de Tayacaja (Tovar, 1957). No debió entonces ser escasa la carne pues también este alimento fue sometido a procesos de conservación para obtener el seco salado o charqui que permitía almacenar muy probablemente muchas toneladas de carne. Existen pues una serie de tecnologías que el antiguo hombre huancavelicano había logrado en su largo periplo histórico. Así, aparte de los avances en la agricultura y la ganadería habían desarrollado una tecnología arquitectónica adaptada a su territorio y sus propias necesidades. Dominaron la textilería, practicaron la cirugía del cráneo, fabricaron diversos utensilios sea de piedra, madera, hueso o metal para facilitar sus actividades domésticas, industriales o ceremoniales. Tuvieron una religión y un idioma en los que reposaban sus conocimientos filosóficos y tecnológicos. Es decir, con esos avances, habían alcanzado la satisfacción de sus necesidades, pero estaban organizados jerárquicamente bajo la dirección de gobernantes locales. Por eso, cuando llegaron los incas del Cusco a ocupar sus territorios, dieron continuidad a los sistemas productivos ya implementados por los angaras aunque introdujeron cambios en la organización sociopolítica. Probablemente, con la intención de obtener mayores excedentes, el gobierno del Cusco instaló en varios sectores de los territorios angara, núcleos de mitimaes para explotar las tierras. Así, trasladaron a los Chancas de Andahuaylas a los pueblos angara de Lircay, Uchuhuayllay, Angaraes, Atunhuayllay, Guancahuanca, Congalla y Julcamarca. A los de Cajamarca los instalaron en Callanmarca. A los Guaros de Huarochirí en Acobamba y en Andabamba. A los Quiguares del Cusco en Caja. A los rebeldes cayampis del Ecuador, en número de mil mitayos, los pusieron en Matibamba para explotar la coca (Espinoza, 1973). Observamos entonces, que los Incas, al imponer su dominio en los territorios huancavelicanos, y articular un nuevo panorama social prosiguieron, sin embargo, con el mismo sistema económico, es decir, fundamentalmente con la misma orientación agrícola que sostenía a los diversos grupos humanos angara. En cambio, durante la época colonial, desde la llegada de los españoles, el panorama socioeconómico, cambiaría radicalmente la vida de los ayllus huancavelicanos. Fundada la Villa Rica de Oropesa, al pie del asiento mineral de Santa Bárbara, y dada la necesidad del mercurio para la explotación del oro y de la plata en el Nuevo Mundo, Huancavelica se convertiría en la más preciada alhaja, en la joya imprescindible de la corona española y no faltó Virrey o funcionario hispano de esos tiempos que no dejara de mencionarla en esos términos. Desde entonces, la atención de los nuevos gobernantes venidos del continente europeo, estuvo centrada en Huancavelica y no dejaron ni un instante de olvidarla. Claro está que no podían olvidarla, porque la explotación de los minerales huancavelicanos dinamizaron la economía del virreinato peruano y de la misma corona española. Y si reflexionamos que en los siglos XVII y XVIII se sentaban las bases del capitalismo, no sería exagerado decir que las minas de Huancavelica, y, por consiguiente, los que, en la práctica, extraían por coacción el mineral en los oscuros socavones, es decir los mitayos huancavelicanos, serían éstos entonces los que realmente entregaron su fuerza de trabajo y ofrendaron su vida, constituyéndose así en uno de los factores del auge del mercantilismo y capitalismo mundial. Bien sabemos que el sistema económico mercantilista se gestó al nacimiento de los Estados nacionales europeos con el aporte de los minerales preciosos del Nuevo Mundo. Y en el Nuevo Mundo, uno de los principales abastecedores de los metales preciosos como el oro y la plata fue justamente el Perú, durante esos aciagos siglos del XVII y XVIII. Y, sin duda, aquellos maravillosos metales no hubieran sido holgadamente explotados sin la más preciada joya, sin aquella alhaja de la corona española que, justamente, no era sino precisamente Huancavelica, cuyos ingentes depósitos mercuriales posibilitaron la abundancia del oro y la plata. Por eso es que las minas de Huancavelica dependieron "directamente de la Corona Española y no del Virrey para de ese modo emprender una política de reformas conducentes a aumentar la producción de mercurio y así abastecer con menor costo a los centros argentíferos de Mexico y Perú, según lo ha afirmado la historiadora española María del Carmen Navarro (1997). Las minas que explotaron los españoles, permitieron que en Huancavelica existiese un alto grado de corrupción en el que estaban involucrados la mayoría de funcionarios desde los niveles superiores a los subalternos De otro lado las minas eran consideradas "las mas peligrosas y las que producían el índice de mortalidad mas elevado de toda América" (Navarro, María). Era una villa agitada de turbulencias, de coima y de inicuo maltrato a los mitayos que asistían a las Minas de Santa Bárbara. El gremio de mineros españoles era el que a fin de cuentas imponía sus condiciones en la explotación de las minas, a pesar de las disposiciones virreynales o de la misma Corona que trataban de ordenar los trabajos. Este gremio de mineros, llegó al extremo que para pagar el salario de un medico cirujano, en la mayoría de los casos, elegían a personas sin título y por lo tanto sin conocimientos suficientes, lo que había provocado dejar en manos de aventureros y personas sin escrúpulos la salud de los trabajadores de la mina"(Navarro, María). La riqueza de los Metales en buena cuenta significó un altísimo costo social para los grupos nativos de Huancavelica. Con la explotación de la minería huancavelicana durante la colonia, mudó evidentemente, la vida de los pueblos angara, asto, chaka, chocorbo, pero tal mudanza les acarreó disminución poblacional, desestructuración en aspectos sociales, económicos, culturales, ideológicos, como también la pérdida de su identidad y autonomía, e igualmente sometimiento a un poder extranjero y pobreza generalizada. Incluso hasta cambió el paisaje, según lo confirma el dato siguiente:"Entre las muchas dependencias, enlaces y cambios de paisajes que crea la actividad minera, las que conciernen a la madera no son, estamos seguros, las menores. Allí está el caso de la zona de Huancavelica para probarlo: recubierta de bosques, bastaron solo cinco años de explotación de las minas de mercurio para hacerlos desaparecer por completo. La crisis de Huancavelica -¡no habría acaso arrastrada consigo a todo el complejo minero andino?-, pudo ser salvado con el empleo del ichu, pero la solución hallada en la paja de la puna "provocó nuevos problemas, no solo técnicos, sino también sociales" (Romano, 1968)" (Sempat Assadourian,1982:177) Un dato que ilustra que la explotación minera de Huancavelica no la benefició, como tampoco beneficiaba totalmente al Perú, es la mención que consigna que "Para cada envío los mexicanos, contra los deseos de los virreyes del Perú, mandaron el importe a España, lo que desde luego significó que ni un peso llegó a la caja real de Lima ni a la de Huancavelica donde el dinero hacía urgente falta"(Lang, 1972:120). Claro, México pagó directamente a la Corona porque Huancavelica dependía directamente del Rey. Eran tiempos en que el mercurio huancavelicano abastecía a México y eran activos los puertos del Callao y Acapulco que intermediaban el metal de la Villa Rica de Oropesa con destino a Zacatecas, que a la sazón era la ciudad minera más importante de México. La República Similar panorama encontramos en la etapa Republicana, porque una vez producida la caída del mineral huancavelicano de Santa Bárbara, predominó en Huancavelica el sistema de las haciendas donde asistimos a un panorama sorprendente pues el que sostenía a ese régimen, con su fuerza de trabajo, era nada menos que el llamado indio. La misma ciudad de Huancavelica, por ejemplo, estaba ahogada por numerosas haciendas que incluso limitaban con la propia ciudad. Los inmigrantes españoles "se distribuyeron las tierras vacantes sin proveerse siempre de todos los títulos de posesión" Se apropiaban, de modo general, con la sola "presentación de testigos que declararan ante el "escribano público" (Favre,1967:238). Y hacia mediados del siglo XX se inicia la explotación minera con métodos modernos y entran en el escenario huancavelicano una serie de empresas, que como en la época colonial, explotan la mano de obra campesina, incluso bajo el sistema de enganche. La riqueza minera sigue en auge e incremento importante. Pero la situación de la mayoría de la población huancavelicana no cambiaría tampoco. Diversos estudios y datos estadísticos revelan que la pobreza se acentúa y Huancavelica conserva el lamentable sitial de ser el departamento más pobre del país, como al mismo tiempo, por terrible paradoja, uno de los más ricos del Perú debido a las reservas de metales que posee. Haciendo un breve análisis de la forma en que se distribuye la posesión del territorio huancavelicano, observamos que los propios huancavelicanos poseen prácticamente solo la mitad de su territorio. La otra mitad tiene como propietarios o concesionarios a varias empresas mineras que no son precisamente de la región. Esto se observa claramente si tenemos en cuenta que la superficie actual del departamento alcanza 22,131 km2 y las tierras en posesión de las empresas es de 11,466 km2. Es decir siendo los huancavelicanos herederos de un territorio amplio, solo disponen de la mitad de dicho espacio, sin tener acceso libre al territorio restante en manos de esas empresas. De otro lado, leyendo solamente un cuadro de la producción aurífera en Huancavalica, se observa que para la explotación de una mina en Huaytará ya se ha invertido 27 millones de dólares, porque producirá 370 toneladas cortas secas por día lo que significa 70,000 onzas de oro al año(Carrasco, 2003) y si tenemos en cuenta que cada onza de oro cuesta 360 dólares, según la declaración del Sr. Carlos Galdos, Presidente del Comité Aurífero de la Sociedad Nacional de Minería, quiere decir que Huaytará brindará 25,200,000 dólares anuales lo que significa la suma de 88,200,000 nuevos soles por cada año de explotación. Pero es posible que las cifras sean mucho mayores porque en una entrevista el referido Presidente del Comité Aurífero, en el Diario El Comercio de Lima del día 13 de Octubre del 2003, se menciona que: "Hace poco el precio del oro se elevó hasta 382 dólares la onza pero fue solo un pico en el ritmo ascendente que está teniendo este metal en los dos últimos años. Transcurridos algunos días, el precio bajó nuevamente hasta 370 dólares por onza y es posible que termine el año en un promedio de 360 dólares por onza". También se dijo que "pese a que hay una gran demanda del oro, Galdos no cree que el precio llegue a ubicarse en 800 dólares por onza, tal como ocurrió hace muchas décadas atrás". Por eso el Sr. Galdós dijo "un rango de 350 dólares a 360 dólares es un precio conservador y factible" (El Comercio, 13-10-2003,pág. b2). Como se comprenderá si la onza del oro huancavelicano se cotiza a 370 o tal vez a 800 dólares por onza, tendríamos pues sumas astronómicas de dinero que se producen en Huancavelica pero que, sin embargo, no redundará en beneficio de Huancavelica . Además se anuncia que esa mina producirá 1 millón de toneladas cortas secas por día lo cual permitirá obtener muchos millones de dólares más, o sea, la suma de 69,660,000,000 de dólares que dará Huancavelica Para citar solo un ejemplo, el año 1997, Julcani, una mina cercana a la ciudad de Huancavelica y Lircay, produjo 4,731 onzas de oro, lo cual significó un ingreso en un año de la suma de 1,703,160 dólares, es decir 5,961,060 nuevos soles. El mismo año la mina San Genaro produjo 3,780 onzas de oro, lo cual significó un ingreso de 1,360,800 dólares americanos, es decir la suma de 4,762,800 nuevos soles. Si sumamos las dos cifras resulta que en Huancavelica se obtuvo el año 1997 la cantidad de 3,063,960 dólares que en soles alcanza la suma de 10,723,860 nuevos soles en un año en solo dos minas huancavelicanas (Carrasco,2003). Pero en Huancavelica no solo existen dos minas sino son casi treinta y que no solo se explota el oro sino la plata, el cobre, el plomo,, el zinc y muchos otros minerales no metálicos. De este modo sería largo contabilizar los cientos de millones de dólares que produce Huancavelica y es por eso que la minería constituye el sector más importante y dinámico del departamento que fue convertido desde la colonia hasta el presente en tradicionalmente minero. Solo estoy citando el caso del oro huancavelicano de tres minas, para ofrecer un ejemplo de la riqueza que se obtiene en Huancavelica, pero si viéramos la producción de los otros minerales como el cobre, la plata, plomo y el zinc, las cantidades de dólares que salen como producto de la explotación de estos metales se hace inconmensurable, lo que nos autoriza a decir que Huancavelica, actualmente, es real e inobjetablemente un departamento de los más acaudalados y opulentos del Perú, una verdadera alhaja, una joya, como lo fue desde el Siglo XVI cuando ingresaron los españoles. O sea que en 500 años de vida colonial y republicana Huancavelica, tierra de aquellos angaraes prehispánicos, no ha perdido su condición de productora de una monumental y gigantesca riqueza. A pesar de las ingentes riquezas que se extrae del departamento de Huancavelica en muchos millones de dólares anuales, los pueblos y comunidades en cuyas propiedades se encuentran los asientos mineros viven en grados extremos de pobreza y miseria absoluta y además de esta situación, les causan problemas de contaminación de sus aguas, de sus terrenos de cultivo, y que afecta a su propia vida y la de sus ganados. Por esta razón y en vista de los grave de este asunto, el congreso de la República no hace sino semana y media exactamente el 25 de octubre del 2003, ha declarado en emergencia ambiental por dos años a la sub cuenca del rio Mantaro que comprende al departamento de Pasco,Junín, Huancavelica y Ayacucho, debido a que en estos sectores ha desaparecido por completo la flora y la fauna. Esos son pues los graves impactos de la minería. Quiere decir que si vemos el panorama de la historia huancavelicana, en resumidas cuentas, es una historia muy singular pero interesante porque nos ilustra que en el pasado prehispánico las sociedades que poblaron su territorio dieron solución a sus problemas económicos, diseñaron importantes estrategias de vida, de modo que no habrían sido las últimas de los Andes ni tampoco los de extrema pobreza como ocurre hoy en día. Si bien debieron afrontar problemas como la defensa de sus territorios u otros ocasionados por el embate de los fenómenos de la naturaleza, ello no significó ser los más atrasados y paupérrimos de su época. En cambio desde que se descubrió la explotación minera en Huancavelica durante la colonia y la continuidad de los trabajos mineros de la época republicana hasta nuestros días, que le dieron tanta riqueza y fama, como lo constatamos actualmente por los millones de toneladas de minerales que salen de Huancavelica y que producen fuertísimos ingresos económicos también en cientos de millones de dólares, el pueblo de Huancavelica no ha sufrido si no hambre y la mas extrema pobreza. Esto nos lleva a reflexionar pues en las palabras que rezan en el título de nuestra conferencia esto es que en Huancavelica el pasado tiene futuro, frente al fracaso de la explotación de los minerales que son de propiedad de Huancavelica pero que sin embargo no han solucionado el problema del hambre y la miseria de los huancavelicanos en medio millar de años, es decir durante la colonia y la República. Tal vez, entonces, la solución estaría en ver la lección histórica de cómo los antiguos pobladores de Huancavelica, esto es, aquellos angaras, chocorbos, chacas, pacas, astos, etc o sus ancestros habían solucionado sus problemas solo con la explotación de la agricultura y la ganadería. De qué sirve entonces la minería que durante tantos siglos no ha dado la holgura al pueblo huancavelicano? Debemos esperar todavía otros quinientos años más para vivir esperanzados en algún milagro? Cuál es entonces el aporte que trajo la cultura occidental para el poblador andino de Huancavelica, si hasta ahora, desde la colonia mantiene su secular pobreza extrema? Hoy la arqueología está comprobando, por ejemplo, que antiguamente había menos tuberculosis que en la época actual. Hace un mes que se ha anunciado que entre las culturas prehispánicas de Chachapoyas había un menor porcentaje de tuberculosos que ahora. Así lo han expresado la bioantropologa Sonia Guillén y los arqueólogos Anthony Bravo y Horst Seidler quienes han investigado casi mil radiografías tomadas a las momias de la Laguna de los Cóndores.(La República, 12 de Octubre del 2003). Por eso creo que si hacemos estudios de los restos antropológicos de los huancavelicanos prehispánicos, seguramente vamos a encontrar casos similares. lo cual vendría a demostrar que las condiciones de vida en tiempos preincaicos eran mejores. Quienes se enriquecen con la riqueza huancavelicana mientras Huancavelica es el segundo departamento que tiene la tasa de analfabetismo más alta, de 34 analfabetos por cada 100 personas de 15 años y más. De cada mil niños nacidos mueren 86, siendo por esta razón la tasa de mortalidad mas alta del país? En estos días, los efectos de la minería son devastadores para el territorio huancavelicano, porque se afectan sus tierras, se contaminan sus aguas como la del río Mantaro, del Opamayo, Ucañan, Sicra y Atuna. Hay muerte de las truchas, hay disminución de las vicuñas, se afectan los ojos de agua de los cuales se alimenta la población. Los impactos de la minera son pues negativos a corto y largo plazo, con lo cual se está poniendo en peligro el propio futuro productivo del departamento. Además, la minería no es un generador importante de empleo y en consecuencia no genera tampoco desarrollo para Huancavelica. Reiteramos entonces que nuestra reflexión se orienta a comprender el grave problema por el cual atraviesa la población huancavelicana, cuyas riquezas se evaporan por medio de otras manos. Tenemos pues que razonar y buscar mejores vías de mejora tal como lo hicieron los huancavelicanos prehispánicos, quienes con sus propios sistemas agrícolas y ganaderos, solventaron plenamente a sus ayllus. Para esas sociedades la razón de su existencia no estuvo en la producción del metal y, además, por que dentro de sus concepciones ecosóficas se conceptuaban ellos como parte de la naturaleza de modo que no eran sociedades depredadoras, había mas bien un respeto por la fauna, por la flora, por los ríos, las lagunas, por los cerros. De ahí que sus divinidades estaban encarnados en esos elementos de la naturaleza Pero dicho esto, lo que ocurre actualmente es pues la situación de dependencia a los que tanto Huancavelica como otros pueblos andinos estamos condicionados, a ser productores solo de materia prima de metales. Hoy se usa menos hierro, plomo, zinc, cobre o estaño por unidad de producción industrial. Los minerales y los metales están siendo sustituidos progresivamente por materiales mas sofisticados. Las condiciones se presentan pues muy dificultosas y son el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los países más poderosos los que condicionan y conminan las decisiones políticas de los, muchas veces serviles, gobernantes de los países y pueblos llamados empobrecidos de Latinoamérica. Nuevamente insisto en la reflexión desde mi punto de vista como arqueólogo para que otros profesionales abunden en comprender, analizar y buscar mejores causes al virus de la pobreza iniciado con la presencia del sistema colonial en nuestros territorios. Creo, finalmente, que es tiempo ya de cambiar el sentido del mismo escudo de Huancavelica o en todo caso hacer que se cumpla su mensaje, porque dicho escudo luce "en letras de gules una inscripción que dice: ME FERE JAM TOTUM SIC HUANCAVELICA TUETUR" cuyo significado ilumina muy claramente su azarosa historia colonial pues se traduce como que "Desde ahora Huancavelica me defenderá íntegramente" (En Carrasco,2003:120). Claro que habría que completar esa frase para traducir su simbolismo real, que, a quienes defendió con sus riquezas fue justamente a los fundadores de la Villa Rica de Oropesa y su gobierno hispano, pero no al pueblo huancavelicano en general, a los auténticos habitantes, a aquellos que dominaron esa geografía agreste desde hace miles de años. O, como ocurre ahora, que Huancavelica abastece y defiende económicamente no a los huancavelicanos si no a otros que gozan del patrimonio de éstos.