Quiere decir que si vemos el panorama de
la historia huancavelicana, en resumidas cuentas, es una historia muy
singular pero interesante porque nos ilustra que en el pasado
prehispánico las sociedades que poblaron su territorio dieron solución a
sus problemas económicos, diseñaron importantes estrategias de vida, de
modo que no habrían sido las últimas de los Andes ni tampoco los de
extrema pobreza como ocurre hoy en día. Hasta hace unas dos o tres
décadas el conocimiento de las sociedades que ocuparon el actual
departamento de Huancavelica era insuficiente en razón a la falta de
estudios que hurgaran su real trayectoria histórica.

Por ello, nadie discutía la versión muy generalizada, en la población
y en el ambiente intelectual, que afirmaba que los antiguos pobladores
de Huancavelica no eran sino los Chancas y los Pocras. Ellos habrían
sido los gestores de las obras antiguas que hoy observamos en su
condición de restos arqueológicos, con lo cual se argumentaba una
trayectoria similar a las comunidades prehispánicas que ocuparon la
región de Ayacucho. Probablemente, esa versión provenía del hecho de ser
Huancavelica el emporio minero que en tiempos coloniales deslumbró a la
corona española, y, por consiguiente, varios investigadores escribieron
muchos informes y estudios dedicados a ponderar las riquezas
huancavelicanas, casi desde el momento en que se produjo la ocupación
española de sus territorios. Del poblador nativo, nada se decía, salvo
el señalar a los grupos de mitayos que acudían a ofrecer su fuerza de
trabajo en los escabrosos filones mineros.
El brillo del metal opacó el conocimiento integral de su vasta y compleja historia.
Recién en estos últimos tiempos, se viene esclareciendo los
verdaderos antecedentes de la emergencia de los pueblos y ciudades
locales, cuya historia no es, naturalmente, el resultado de solo la
fundación de las ciudades hispanas en el territorio andino, sino, que
ellas habían sido el corolario de la lucha del antiguo hombre
huancavelicano quien dominó su áspera geografía desde los lejanos
tiempos arqueológicos del Arcaico Andino.
En efecto, actualmente, ya es de nuestro conocimiento que en
Huancavelica, quienes la habían poblado originalmente, eran grupos
humanos no precisamente Chancas ni Pocras, aun cuando algunas autores
han expresado que los Chanca tuvieron como su lugar de origen a la
laguna de Choclococha, sino varias agrupaciones dispersas, entre los que
destaca el de los llamados Angara o Angaraes. Pero estos ancestrales
grupos humanos huancavelicanos habían tenido también una larga historia,
diseñada y lograda en su propio territorio, desde hace muchos miles de
años, antes de constituirse en organizaciones sociopolíticas complejas.
Justamente, el aporte de las investigaciones arqueológicas e históricas
van descorriendo el velo de misterio que cubría esa fecunda historia que
sustenta la obstinada permanencia de sus actuales habitantes, quienes
dan continuidad a la vida en los mismos ámbitos donde antaño prosperaron
sus antepasados. Si trazamos un esquema de la evolución o el devenir de
las sociedades más remotas de Huancavelica, observamos hitos
importantes que nos permiten vislumbrar una historia continua que corrió
pareja al desenvolvimiento de los grupos asentados en la región de
Junín y Ayacucho, para citar a los más próximos. Se puede proponer que
las evidencias más remotas de la presencia humana estarían representadas
por los hallazgos de cuevas y abrigos rocosos en las provincias de
Huancavelica, Acobamba y Tayacaja. Son sitios ubicados en las partes
altas, mas arriba de los 3500 metros sobre el nivel del mar, donde son
abundantes los pastos que facilitaron nutrientes adecuados para la
crianza de numerosos camélidos andinos. Los abrigos rocosos de
Huarajomachay en el distrito de Vilca (Chaud y Rios, 1978), los de
Quillamachay y Pomacancha en Acobamba (Ruiz,2000) y los de Tongos en la
provincia de Tayacaja, muestran elocuentemente vestigios de un arte
rupestre que tiene mucha relación con expresiones similares a las
descubiertas en las punas de Junín y en la sierra de Lima
(Bonavía,1972). Dicho arte está caracterizado fundamentalmente por la
representación de animales de cuerpo grande, voluminoso, a veces con el
cuerpo rellenado de líneas o puntos y que siempre son de mayores
dimensiones que las figuras antropomorfas que los acompañan. Se ha
calculado para ellos una antigüedad de 5000 a 6000 años antes de Cristo
con lo cual tenemos la muestra de que el territorio de Huancavelica
remontaría a dicho tiempo las actividades de sus mas lejanos
antepasados. A ese tiempo se denomina en la arqueología andina como
período Arcaico. Pero se desconoce el proceso de cambio que ocurrió a
esos primeros pobladores, porque todavía no se han efectuado
investigaciones que profundicen los estratos que yacen todavía
intangibles. Por eso, no podemos detallar todavía los mecanismos que
ocurrieron para que posteriormente, pasados varios milenios de
existencia, encontremos a otros grupos que estuvieron vigentes durante
el llamado período Formativo. De este período se han encontrado mayores
evidencias como para tener una mejor idea de los avances que habían
ocurrido, pues se hallan distribuidos a nivel de todo el departamento,
vestigios de aldeas, probablemente templos, y áreas de cultivo y cacería
prehistórica. En este aspecto señalamos a los sitios de Paturpampa,
Chuncuimarca, Atalla, Chejo Orjuna, Ticrapo y San Francisco como
exponentes de grupos culturales que habían sido contemporáneos de las
culturas de Paracas, de Chavín y de sus vecinos ayacuchanos como los de
Chupas , Rancha y Wichjana (Ruiz,1977;Ravines, 1970,1971,1998). Es una
época en que el hombre huancavelicano había dominado ya la tecnología
agrícola, la tecnología alfarera, así como aprovechaba los beneficios de
la domesticación de los camélidos, en cuanto al aprovechamiento de las
fuentes proteicas de la carne de estos animales, como de la lana que le
facilitaba la producción textil. Podemos afirmar que con el manejo
adecuado de estos recursos, se habían sentado definitivamente las bases
para un progresivo incremento de las fuerzas productivas que conducirían
posteriormente a la emergencia de sociedades cada vez más complejas.
Productos domesticados como la papa, la mashua, el olluco, la oca, la
quinua, el maíz, la quiwicha y otros frutos, se complementaban con el
consumo de carnes de camélidos, de roedores como el cuy, de los venados
y, en fin, de otros mamíferos menores empleados en el sustento
cotidiano. Las exigencias para una supervivencia sin carencias estaban
dadas porque poseían los suficientes recursos que requiere el ser humano
para dar continuidad a su existencia. Se ha señalado por eso, que la
presencia del sitio arqueológico de Atalla significa uno de los centros
de mayor monumentalidad en la sierra central del Perú, cuyos pobladores
habrían aprovechado los cultígenos de gran altitud tal como la oca,
olluco, mashua, quinua, papa, cañiwa y los alimentos procesados como el
charki y el chuño, como base del sustento que permitió desenvolver sus
propias actividades económicas que incluso trascendieron a otras áreas
alejadas (Burger y Matos, 2002) Todo este proceso habría ocurrido entre
los 1600 hasta los 200 años antes de Cristo y si bien los datos permiten
equipar algunas expresiones culturales con las de otras regiones, para
el caso del siguiente período, es decir, entre los 200 años antes de
Cristo y los 500 años después de Cristo, encontramos, en cierta manera,
con un paisaje cultural distinto en el escenario huancavelicano. Los
indicadores arqueológicos señalan una mayor interrelación con las
comunidades ayacuchanas, porque parece que los grupos humanos
huancavelicanos optaron por ocupar los valles más abrigados, quizá por
efecto de fuertes cambios climáticos como los que causa el recurrente
fenómeno del Niño cuyos estragos trascienden a los territorios
altoandinos. Los sitios de ocupación de este período, los encontramos
con mayor frecuencia, más hacia los territorios de las provincias de
Lircay y Acobamba, aunque no dejan de estar presentes en las provincias
de Huancavelica, Tayacaja, Churcampa y Castrovirreyna.

Debió haber
cambios drásticos, porque ya no se producirán más aquella cerámica
monocroma del período anterior. En este tiempo aparecen unos estilos
alfareros a los cuales se denomina Caja y Huarpa que son los elementos
diagnósticos mas aparentes por ahora para su identificación, cuya
morfología, estructura y ornamentación se aparta fuertemente de sus
remotos antecedentes. Ambos componentes alfareros son de pasta clara y
exhiben una decoración de simples líneas oscuras de color marrón y
rojizo. Cuantitativamente, se registra un mayor número de sitios en
relación a la etapa anterior, lo cual sería, por cierto, el reflejo de
un incremento de la población por cuanto disponía cada vez de un mayor
volumen de recursos, como para poder haber ocupado nuevos espacios bajo
su dominio. En estas circunstancias, pasados varios siglos, las
comunidades aborígenes huancavelicanas, por el hecho de su vecindad a
los grupos de la cuenca de Ayacucho, sobrellevaron las mismas
influencias de otros ámbitos culturales como la de los Nasca y
Tiahuanaco. Se produjo entonces, durante el período denominado Horizonte
Medio, la presencia y el predominio de un gran centro político
económico como lo fue el imponente centro urbano arqueológico de Huari,
ubicado justamente en la cuenca del río Huarpa, afluente del río
Mantaro. De acuerdo a diferentes evidencias arqueológicas, los
territorios huancavelicanos se vieron involucrados en la esfera influida
por ese centro de poder cuyo impacto social, cultural y político
trascendió prácticamente toda la sierra central peruana. Todavía no
conocemos los mecanismos de entronque de los grupos huancavelicanos
hacia ese eje de poder y tampoco los trastornos o cambios que devinieron
a los Caja y Huarpa para asumir los rasgos culturales Huari. Pero es
importante señalar que hacia el sector sur de la ciudad de Huancavelica
encontramos, hace algunos años, un residuario que contenía justamente
los restos alfareros con una iconografía del estilo Huamanga y Huari
temprano. Otro lugar, pero de carácter ceremonial, estrechamente
vinculado a Huari, es el de Ayapata, situado en la provincia de
Acobamba, el cual expresa similar contexto ritual al de otros centros
Huari de ese tiempo. Pensamos, que el ámbito de esos sitios, enmarcados
en lugares productivos, como es el caso de Ayapata ubicado entre las
cuencas del río Urubamba y el Huarpa, ofreció buenas condiciones para la
obtención de recursos agrícolas. Igualmente, el residuario
huancavelicano de Chimpamojo, muy próximo a los yacimientos de la hoy
denominada mina de Santa Bárbara, constituía un atractivo para la
obtención de los filones tintóreos como el cinabrio de uso,
probablemente, muy intensivo para la decoración alfarera y corporal.
Pese a la fuerte corriente cultural Huari y una vez colapsado su
impacto, surgen en la región de Huancavelica varios grupos humanos sobre
los cuales tenemos información escrita. Ellos corresponden, en la
secuencia cronológica andina, al período Intermedio Tardío que discurre
entre los años 1000 a 1500 después de Cristo. Son, al parecer, grupos
emparentados culturalmente pero regidos por gobiernos autónomos, cuya
vigencia social se prolongó hasta los tiempos de la Colonia, tiempo en
el cual se los reconocía con los nombres de Angaraes, Chacas, Astos y
Chocorbos. Pero existe una información más amplia sobre los grupos
Angaraes en razón a que sus territorios eran altamente mineralizados,
circunstancia que coincidía con el apremio e interés hispano por el
metal. LOS ANGARAES EN LA HISTORIA DE HUANCAVELICA De los angaraes(
Ferrúa,1993) y los otros grupos contemporáneos, sabemos que ocuparon
fundamentalmente los territorios de las zonas altas de las provincias de
Huancavelica, Acobamba, Angaraes y Churcampa. Pero, en realidad,
mantuvieron también sus propiedades en sectores de mayor altitud como
igualmente se acomodaron en las zonas bajas, adyacente a la cuenca de
los ríos, para destinarlos a fines productivos. La arqueología registra
que las urbes angara, asto y chaca tenían como sede principal la franja
ecológica ubicada entre los 3000 a 4000 metros sobre el nivel del mar
Allí habían instalado sus pueblos, también las extensas áreas agrícolas y
las zonas para la crianza de ganado nativo. Por lo común, en las zonas
bajas, cercana a los ríos, no edificaron sus pueblos, porque la
naturaleza agreste de esas cuencas, en cierta manera, impedía realizar
trabajos constructivos, aunque, si comprendemos que ellos vivieron
alertas a la defensa de sus territorios, los sitios bajos no eran
lugares estratégicos para enfrentar cualquier tipo de disputa. Habían
elegido territorios donde instrumentaron sus actividades económicas
basada en una práctica y manejo sostenible del suelo que ocuparon. La
agricultura y la ganadería sostenían con éxito a los numerosos pueblos
de su comarca. Las urbes antiguas estaban erigidas junto a los terrenos
de cultivo o próximos a los espacios dedicados a la industrialización de
determinados productos y no lejos de los pastizales de altura donde
prosperaba el pastoreo de camélidos. Los pajonales, las mesetas, las
pampas y aquellas laderas de regular pendiente que descienden a los ríos
fueron utilizados para el cultivo del maíz, de la quinua, de la
quiwicha, de la papa, de la mashua, de la oca, del olluco, del yacón, de
las calabazas, del mate, de la coca, de las tunas, del pacae, de la
lucma. Es interesante, por citar un ejemplo, la presencia de extensos
pajonales junto a la urbe arqueológica angara de Choquemarka, en las
alturas de Acobamba, donde hasta el presente se industrializan los
tubérculos andinos. Allí se transforma, desde lejanos tiempos, toneladas
de papa para convertirlos en chuño y así facilitar su almacenamiento
para abastecer a los pueblos de Acobamba. Choquemarka habría sido
entonces un centro ligado a la administración, distribución y
procesamiento de la papa deshidratada, para que este alimento no faltase
en los antiguos pueblos angara de esa zona. Actualmente, en los meses
de intensa helada, se comprueba la presencia de decenas de hombres y
mujeres que acampan en esas pampas en pequeñas chozas para estar
hundidos durante el día en pequeñas pozas de agua procesando la papa.
Seguramente esa escena actual se cumplía en forma similar en tiempos
prehispánicos, porque los campesinos de ahora manifiestan que así lo
hacían sus padres, sus abuelos y sus más lejanos ascendientes. Otro
centro arqueológico de importancia, correspondiente al subgrupo humano
Chaca componente de los Angara prehispánicos, es el de Willcapiti
(Ticllasuca y Aclari, 2003) ubicado en el distrito de Acoria sobre las
cumbres del mismo nombre con numerosas edificaciones hechas de piedra y
barro con diferentes sectores destinados a la vivienda, la defensa, la
agricultura, el procesamiento de los tubérculos y la cría de camélidos
andino, así como al abastecimiento del agua. Por la cantidad de
edificaciones, cuyo número alcanaza, por lo menos, a unas 250
estructuras, muestra una urbe extensa, cuyos constructores eligieron las
cumbres para dejar libre las laderas que bajan al río y aprovechar esas
tierras para hacerlas productivas mediante el cultivo en laderas y el
pastoreo de ganado nativo. Por otro lado, casi la totalidad de los 25
centros arqueológicos estudiados por Daniele Lavallée (1973) instalados
en el territorio angara perteneciente a los Asto, están precisamente
inmediatos a extensos campos de cultivo y de pastoreo, que sumaban miles
de hectáreas destinados a la producción de alimentos que eran
suficientes para sostener a una inmensa masa poblacional calculada en
15,0000 habitantes o tal vez pudo alcanzar hasta 20,000. Estas cifras
son realmente sorprendentes si contrastamos con la realidad actual de la
antigua zona de los Asto, porque en los pueblos de origen Colonial como
Conaica, Cuenca, Moya y Vilca convertidos en reducciones de los Asto,
y, posteriormente, durante la República en distritos de la provincia de
Huancavelica, solo viven hoy unas 9,000 personas. Es clara entonces la
vertiginosa reducción demográfica ocurrida en los 500 años de vida
colonial y republicana. Se carece de informes sobre la realidad
prehispánica de otros subgrupos de los angaraes, pero tenemos noticias
de la existencia de numerosos complejos arqueológicos que estudiados en
forma sistemática y exhaustiva deben revelar similares condiciones
sociales y económicas. Otra dimensión de la economía de los
huancavelicanos prehispánicos estaba vinculada a la ganadería de los
camélidos. Estos animales debieron ser abundantes porque estaban
favorecidos por la existencia y conservación de forrajes aparentes a su
adecuado crecimiento. Tales forrajes, agrupados en el género de las
gramíneas estaban dedicados en su mayor parte al sostenimiento de ese
ganado y en menor cantidad a usos de la fundición de metales o del
techado de sus viviendas Un dato que apoya esta afirmación tiene como
asidero en el hallazgo, ya en tiempos modernos, de hasta 88 especies de
gramíneas distribuidas en solo un sector del territorio huancavelicano
pero que abarca las alturas, al norte de la ciudad de Huancavelica hasta
la zona de Andamaraca en la provincia de Tayacaja (Tovar, 1957). No
debió entonces ser escasa la carne pues también este alimento fue
sometido a procesos de conservación para obtener el seco salado o
charqui que permitía almacenar muy probablemente muchas toneladas de
carne. Existen pues una serie de tecnologías que el antiguo hombre
huancavelicano había logrado en su largo periplo histórico. Así, aparte
de los avances en la agricultura y la ganadería habían desarrollado una
tecnología arquitectónica adaptada a su territorio y sus propias
necesidades. Dominaron la textilería, practicaron la cirugía del cráneo,
fabricaron diversos utensilios sea de piedra, madera, hueso o metal
para facilitar sus actividades domésticas, industriales o ceremoniales.
Tuvieron una religión y un idioma en los que reposaban sus conocimientos
filosóficos y tecnológicos. Es decir, con esos avances, habían
alcanzado la satisfacción de sus necesidades, pero estaban organizados
jerárquicamente bajo la dirección de gobernantes locales. Por eso,
cuando llegaron los incas del Cusco a ocupar sus territorios, dieron
continuidad a los sistemas productivos ya implementados por los angaras
aunque introdujeron cambios en la organización sociopolítica.
Probablemente, con la intención de obtener mayores excedentes, el
gobierno del Cusco instaló en varios sectores de los territorios angara,
núcleos de mitimaes para explotar las tierras. Así, trasladaron a los
Chancas de Andahuaylas a los pueblos angara de Lircay, Uchuhuayllay,
Angaraes, Atunhuayllay, Guancahuanca, Congalla y Julcamarca. A los de
Cajamarca los instalaron en Callanmarca. A los Guaros de Huarochirí en
Acobamba y en Andabamba. A los Quiguares del Cusco en Caja. A los
rebeldes cayampis del Ecuador, en número de mil mitayos, los pusieron en
Matibamba para explotar la coca (Espinoza, 1973). Observamos entonces,
que los Incas, al imponer su dominio en los territorios huancavelicanos,
y articular un nuevo panorama social prosiguieron, sin embargo, con el
mismo sistema económico, es decir, fundamentalmente con la misma
orientación agrícola que sostenía a los diversos grupos humanos angara.
En cambio, durante la época colonial, desde la llegada de los españoles,
el panorama socioeconómico, cambiaría radicalmente la vida de los
ayllus huancavelicanos. Fundada la Villa Rica de Oropesa, al pie del
asiento mineral de Santa Bárbara, y dada la necesidad del mercurio para
la explotación del oro y de la plata en el Nuevo Mundo, Huancavelica se
convertiría en la más preciada alhaja, en la joya imprescindible de la
corona española y no faltó Virrey o funcionario hispano de esos tiempos
que no dejara de mencionarla en esos términos. Desde entonces, la
atención de los nuevos gobernantes venidos del continente europeo,
estuvo centrada en Huancavelica y no dejaron ni un instante de
olvidarla. Claro está que no podían olvidarla, porque la explotación de
los minerales huancavelicanos dinamizaron la economía del virreinato
peruano y de la misma corona española. Y si reflexionamos que en los
siglos XVII y XVIII se sentaban las bases del capitalismo, no sería
exagerado decir que las minas de Huancavelica, y, por consiguiente, los
que, en la práctica, extraían por coacción el mineral en los oscuros
socavones, es decir los mitayos huancavelicanos, serían éstos entonces
los que realmente entregaron su fuerza de trabajo y ofrendaron su vida,
constituyéndose así en uno de los factores del auge del mercantilismo y
capitalismo mundial. Bien sabemos que el sistema económico mercantilista
se gestó al nacimiento de los Estados nacionales europeos con el aporte
de los minerales preciosos del Nuevo Mundo. Y en el Nuevo Mundo, uno de
los principales abastecedores de los metales preciosos como el oro y la
plata fue justamente el Perú, durante esos aciagos siglos del XVII y
XVIII. Y, sin duda, aquellos maravillosos metales no hubieran sido
holgadamente explotados sin la más preciada joya, sin aquella alhaja de
la corona española que, justamente, no era sino precisamente
Huancavelica, cuyos ingentes depósitos mercuriales posibilitaron la
abundancia del oro y la plata. Por eso es que las minas de Huancavelica
dependieron "directamente de la Corona Española y no del Virrey para de
ese modo emprender una política de reformas conducentes a aumentar la
producción de mercurio y así abastecer con menor costo a los centros
argentíferos de Mexico y Perú, según lo ha afirmado la historiadora
española María del Carmen Navarro (1997). Las minas que explotaron los
españoles, permitieron que en Huancavelica existiese un alto grado de
corrupción en el que estaban involucrados la mayoría de funcionarios
desde los niveles superiores a los subalternos De otro lado las minas
eran consideradas "las mas peligrosas y las que producían el índice de
mortalidad mas elevado de toda América" (Navarro, María). Era una villa
agitada de turbulencias, de coima y de inicuo maltrato a los mitayos que
asistían a las Minas de Santa Bárbara. El gremio de mineros españoles
era el que a fin de cuentas imponía sus condiciones en la explotación de
las minas, a pesar de las disposiciones virreynales o de la misma
Corona que trataban de ordenar los trabajos. Este gremio de mineros,
llegó al extremo que para pagar el salario de un medico cirujano, en la
mayoría de los casos, elegían a personas sin título y por lo tanto sin
conocimientos suficientes, lo que había provocado dejar en manos de
aventureros y personas sin escrúpulos la salud de los trabajadores de la
mina"(Navarro, María). La riqueza de los Metales en buena cuenta
significó un altísimo costo social para los grupos nativos de
Huancavelica. Con la explotación de la minería huancavelicana durante la
colonia, mudó evidentemente, la vida de los pueblos angara, asto,
chaka, chocorbo, pero tal mudanza les acarreó disminución poblacional,
desestructuración en aspectos sociales, económicos, culturales,
ideológicos, como también la pérdida de su identidad y autonomía, e
igualmente sometimiento a un poder extranjero y pobreza generalizada.
Incluso hasta cambió el paisaje, según lo confirma el dato
siguiente:"Entre las muchas dependencias, enlaces y cambios de paisajes
que crea la actividad minera, las que conciernen a la madera no son,
estamos seguros, las menores. Allí está el caso de la zona de
Huancavelica para probarlo: recubierta de bosques, bastaron solo cinco
años de explotación de las minas de mercurio para hacerlos desaparecer
por completo. La crisis de Huancavelica -¡no habría acaso arrastrada
consigo a todo el complejo minero andino?-, pudo ser salvado con el
empleo del ichu, pero la solución hallada en la paja de la puna "provocó
nuevos problemas, no solo técnicos, sino también sociales" (Romano,
1968)" (Sempat Assadourian,1982:177) Un dato que ilustra que la
explotación minera de Huancavelica no la benefició, como tampoco
beneficiaba totalmente al Perú, es la mención que consigna que "Para
cada envío los mexicanos, contra los deseos de los virreyes del Perú,
mandaron el importe a España, lo que desde luego significó que ni un
peso llegó a la caja real de Lima ni a la de Huancavelica donde el
dinero hacía urgente falta"(Lang, 1972:120). Claro, México pagó
directamente a la Corona porque Huancavelica dependía directamente del
Rey. Eran tiempos en que el mercurio huancavelicano abastecía a México y
eran activos los puertos del Callao y Acapulco que intermediaban el
metal de la Villa Rica de Oropesa con destino a Zacatecas, que a la
sazón era la ciudad minera más importante de México. La República
Similar panorama encontramos en la etapa Republicana, porque una vez
producida la caída del mineral huancavelicano de Santa Bárbara,
predominó en Huancavelica el sistema de las haciendas donde asistimos a
un panorama sorprendente pues el que sostenía a ese régimen, con su
fuerza de trabajo, era nada menos que el llamado indio. La misma ciudad
de Huancavelica, por ejemplo, estaba ahogada por numerosas haciendas que
incluso limitaban con la propia ciudad. Los inmigrantes españoles "se
distribuyeron las tierras vacantes sin proveerse siempre de todos los
títulos de posesión" Se apropiaban, de modo general, con la sola
"presentación de testigos que declararan ante el "escribano público"
(Favre,1967:238). Y hacia mediados del siglo XX se inicia la explotación
minera con métodos modernos y entran en el escenario huancavelicano una
serie de empresas, que como en la época colonial, explotan la mano de
obra campesina, incluso bajo el sistema de enganche. La riqueza minera
sigue en auge e incremento importante. Pero la situación de la mayoría
de la población huancavelicana no cambiaría tampoco. Diversos estudios y
datos estadísticos revelan que la pobreza se acentúa y Huancavelica
conserva el lamentable sitial de ser el departamento más pobre del país,
como al mismo tiempo, por terrible paradoja, uno de los más ricos del
Perú debido a las reservas de metales que posee. Haciendo un breve
análisis de la forma en que se distribuye la posesión del territorio
huancavelicano, observamos que los propios huancavelicanos poseen
prácticamente solo la mitad de su territorio. La otra mitad tiene como
propietarios o concesionarios a varias empresas mineras que no son
precisamente de la región. Esto se observa claramente si tenemos en
cuenta que la superficie actual del departamento alcanza 22,131 km2 y
las tierras en posesión de las empresas es de 11,466 km2. Es decir
siendo los huancavelicanos herederos de un territorio amplio, solo
disponen de la mitad de dicho espacio, sin tener acceso libre al
territorio restante en manos de esas empresas. De otro lado, leyendo
solamente un cuadro de la producción aurífera en Huancavalica, se
observa que para la explotación de una mina en Huaytará ya se ha
invertido 27 millones de dólares, porque producirá 370 toneladas cortas
secas por día lo que significa 70,000 onzas de oro al año(Carrasco,
2003) y si tenemos en cuenta que cada onza de oro cuesta 360 dólares,
según la declaración del Sr. Carlos Galdos, Presidente del Comité
Aurífero de la Sociedad Nacional de Minería, quiere decir que Huaytará
brindará 25,200,000 dólares anuales lo que significa la suma de
88,200,000 nuevos soles por cada año de explotación. Pero es posible que
las cifras sean mucho mayores porque en una entrevista el referido
Presidente del Comité Aurífero, en el Diario El Comercio de Lima del día
13 de Octubre del 2003, se menciona que: "Hace poco el precio del oro
se elevó hasta 382 dólares la onza pero fue solo un pico en el ritmo
ascendente que está teniendo este metal en los dos últimos años.
Transcurridos algunos días, el precio bajó nuevamente hasta 370 dólares
por onza y es posible que termine el año en un promedio de 360 dólares
por onza". También se dijo que "pese a que hay una gran demanda del oro,
Galdos no cree que el precio llegue a ubicarse en 800 dólares por onza,
tal como ocurrió hace muchas décadas atrás". Por eso el Sr. Galdós dijo
"un rango de 350 dólares a 360 dólares es un precio conservador y
factible" (El Comercio, 13-10-2003,pág. b2). Como se comprenderá si la
onza del oro huancavelicano se cotiza a 370 o tal vez a 800 dólares por
onza, tendríamos pues sumas astronómicas de dinero que se producen en
Huancavelica pero que, sin embargo, no redundará en beneficio de
Huancavelica . Además se anuncia que esa mina producirá 1 millón de
toneladas cortas secas por día lo cual permitirá obtener muchos millones
de dólares más, o sea, la suma de 69,660,000,000 de dólares que dará
Huancavelica Para citar solo un ejemplo, el año 1997, Julcani, una mina
cercana a la ciudad de Huancavelica y Lircay, produjo 4,731 onzas de
oro, lo cual significó un ingreso en un año de la suma de 1,703,160
dólares, es decir 5,961,060 nuevos soles. El mismo año la mina San
Genaro produjo 3,780 onzas de oro, lo cual significó un ingreso de
1,360,800 dólares americanos, es decir la suma de 4,762,800 nuevos
soles. Si sumamos las dos cifras resulta que en Huancavelica se obtuvo
el año 1997 la cantidad de 3,063,960 dólares que en soles alcanza la
suma de 10,723,860 nuevos soles en un año en solo dos minas
huancavelicanas (Carrasco,2003). Pero en Huancavelica no solo existen
dos minas sino son casi treinta y que no solo se explota el oro sino la
plata, el cobre, el plomo,, el zinc y muchos otros minerales no
metálicos. De este modo sería largo contabilizar los cientos de millones
de dólares que produce Huancavelica y es por eso que la minería
constituye el sector más importante y dinámico del departamento que fue
convertido desde la colonia hasta el presente en tradicionalmente
minero. Solo estoy citando el caso del oro huancavelicano de tres minas,
para ofrecer un ejemplo de la riqueza que se obtiene en Huancavelica,
pero si viéramos la producción de los otros minerales como el cobre, la
plata, plomo y el zinc, las cantidades de dólares que salen como
producto de la explotación de estos metales se hace inconmensurable, lo
que nos autoriza a decir que Huancavelica, actualmente, es real e
inobjetablemente un departamento de los más acaudalados y opulentos del
Perú, una verdadera alhaja, una joya, como lo fue desde el Siglo XVI
cuando ingresaron los españoles. O sea que en 500 años de vida colonial y
republicana Huancavelica, tierra de aquellos angaraes prehispánicos, no
ha perdido su condición de productora de una monumental y gigantesca
riqueza. A pesar de las ingentes riquezas que se extrae del departamento
de Huancavelica en muchos millones de dólares anuales, los pueblos y
comunidades en cuyas propiedades se encuentran los asientos mineros
viven en grados extremos de pobreza y miseria absoluta y además de esta
situación, les causan problemas de contaminación de sus aguas, de sus
terrenos de cultivo, y que afecta a su propia vida y la de sus ganados.
Por esta razón y en vista de los grave de este asunto, el congreso de la
República no hace sino semana y media exactamente el 25 de octubre del
2003, ha declarado en emergencia ambiental por dos años a la sub cuenca
del rio Mantaro que comprende al departamento de Pasco,Junín,
Huancavelica y Ayacucho, debido a que en estos sectores ha desaparecido
por completo la flora y la fauna. Esos son pues los graves impactos de
la minería. Quiere decir que si vemos el panorama de la historia
huancavelicana, en resumidas cuentas, es una historia muy singular pero
interesante porque nos ilustra que en el pasado prehispánico las
sociedades que poblaron su territorio dieron solución a sus problemas
económicos, diseñaron importantes estrategias de vida, de modo que no
habrían sido las últimas de los Andes ni tampoco los de extrema pobreza
como ocurre hoy en día. Si bien debieron afrontar problemas como la
defensa de sus territorios u otros ocasionados por el embate de los
fenómenos de la naturaleza, ello no significó ser los más atrasados y
paupérrimos de su época. En cambio desde que se descubrió la explotación
minera en Huancavelica durante la colonia y la continuidad de los
trabajos mineros de la época republicana hasta nuestros días, que le
dieron tanta riqueza y fama, como lo constatamos actualmente por los
millones de toneladas de minerales que salen de Huancavelica y que
producen fuertísimos ingresos económicos también en cientos de millones
de dólares, el pueblo de Huancavelica no ha sufrido si no hambre y la
mas extrema pobreza. Esto nos lleva a reflexionar pues en las palabras
que rezan en el título de nuestra conferencia esto es que en
Huancavelica el pasado tiene futuro, frente al fracaso de la explotación
de los minerales que son de propiedad de Huancavelica pero que sin
embargo no han solucionado el problema del hambre y la miseria de los
huancavelicanos en medio millar de años, es decir durante la colonia y
la República. Tal vez, entonces, la solución estaría en ver la lección
histórica de cómo los antiguos pobladores de Huancavelica, esto es,
aquellos angaras, chocorbos, chacas, pacas, astos, etc o sus ancestros
habían solucionado sus problemas solo con la explotación de la
agricultura y la ganadería. De qué sirve entonces la minería que durante
tantos siglos no ha dado la holgura al pueblo huancavelicano? Debemos
esperar todavía otros quinientos años más para vivir esperanzados en
algún milagro? Cuál es entonces el aporte que trajo la cultura
occidental para el poblador andino de Huancavelica, si hasta ahora,
desde la colonia mantiene su secular pobreza extrema? Hoy la arqueología
está comprobando, por ejemplo, que antiguamente había menos
tuberculosis que en la época actual. Hace un mes que se ha anunciado que
entre las culturas prehispánicas de Chachapoyas había un menor
porcentaje de tuberculosos que ahora. Así lo han expresado la
bioantropologa Sonia Guillén y los arqueólogos Anthony Bravo y Horst
Seidler quienes han investigado casi mil radiografías tomadas a las
momias de la Laguna de los Cóndores.(La República, 12 de Octubre del
2003). Por eso creo que si hacemos estudios de los restos antropológicos
de los huancavelicanos prehispánicos, seguramente vamos a encontrar
casos similares. lo cual vendría a demostrar que las condiciones de vida
en tiempos preincaicos eran mejores. Quienes se enriquecen con la
riqueza huancavelicana mientras Huancavelica es el segundo departamento
que tiene la tasa de analfabetismo más alta, de 34 analfabetos por cada
100 personas de 15 años y más. De cada mil niños nacidos mueren 86,
siendo por esta razón la tasa de mortalidad mas alta del país? En estos
días, los efectos de la minería son devastadores para el territorio
huancavelicano, porque se afectan sus tierras, se contaminan sus aguas
como la del río Mantaro, del Opamayo, Ucañan, Sicra y Atuna. Hay muerte
de las truchas, hay disminución de las vicuñas, se afectan los ojos de
agua de los cuales se alimenta la población. Los impactos de la minera
son pues negativos a corto y largo plazo, con lo cual se está poniendo
en peligro el propio futuro productivo del departamento. Además, la
minería no es un generador importante de empleo y en consecuencia no
genera tampoco desarrollo para Huancavelica. Reiteramos entonces que
nuestra reflexión se orienta a comprender el grave problema por el cual
atraviesa la población huancavelicana, cuyas riquezas se evaporan por
medio de otras manos. Tenemos pues que razonar y buscar mejores vías de
mejora tal como lo hicieron los huancavelicanos prehispánicos, quienes
con sus propios sistemas agrícolas y ganaderos, solventaron plenamente a
sus ayllus. Para esas sociedades la razón de su existencia no estuvo en
la producción del metal y, además, por que dentro de sus concepciones
ecosóficas se conceptuaban ellos como parte de la naturaleza de modo que
no eran sociedades depredadoras, había mas bien un respeto por la
fauna, por la flora, por los ríos, las lagunas, por los cerros. De ahí
que sus divinidades estaban encarnados en esos elementos de la
naturaleza Pero dicho esto, lo que ocurre actualmente es pues la
situación de dependencia a los que tanto Huancavelica como otros pueblos
andinos estamos condicionados, a ser productores solo de materia prima
de metales. Hoy se usa menos hierro, plomo, zinc, cobre o estaño por
unidad de producción industrial. Los minerales y los metales están
siendo sustituidos progresivamente por materiales mas sofisticados. Las
condiciones se presentan pues muy dificultosas y son el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial y los países más poderosos los que
condicionan y conminan las decisiones políticas de los, muchas veces
serviles, gobernantes de los países y pueblos llamados empobrecidos de
Latinoamérica. Nuevamente insisto en la reflexión desde mi punto de
vista como arqueólogo para que otros profesionales abunden en
comprender, analizar y buscar mejores causes al virus de la pobreza
iniciado con la presencia del sistema colonial en nuestros territorios.
Creo, finalmente, que es tiempo ya de cambiar el sentido del mismo
escudo de Huancavelica o en todo caso hacer que se cumpla su mensaje,
porque dicho escudo luce "en letras de gules una inscripción que dice:
ME FERE JAM TOTUM SIC HUANCAVELICA TUETUR" cuyo significado ilumina muy
claramente su azarosa historia colonial pues se traduce como que "Desde
ahora Huancavelica me defenderá íntegramente" (En Carrasco,2003:120).
Claro que habría que completar esa frase para traducir su simbolismo
real, que, a quienes defendió con sus riquezas fue justamente a los
fundadores de la Villa Rica de Oropesa y su gobierno hispano, pero no al
pueblo huancavelicano en general, a los auténticos habitantes, a
aquellos que dominaron esa geografía agreste desde hace miles de años.
O, como ocurre ahora, que Huancavelica abastece y defiende
económicamente no a los huancavelicanos si no a otros que gozan del
patrimonio de éstos.